Coincidiendo con los reinados de los primeros austrias, Carlos V y Felipe II, durante el siglo XVI, la música española vive su etapa de renacimiento pleno o segundo renacimiento (el primero coincidía con la época de los Reyes Católicos). La denominación de “Siglo de Oro” se debe fundamentalmente al auge de la polifonía vocal religiosa, pero también es interesante destacar la música profana y la música instrumental, tanto de tecla como de cuerda. En este último caso cobra una capital importancia la vihuela que en España tiene el mismo papel que el laúd en el resto de Europa. Ya desde comienzos del siglo XVI encontramos en España una literatura musical elaborada para vihuela, o para canto y vihuela. Esta música tiene un enorme valor no solo por su aportación al desarrollo ulterior de la música instrumental sino también por su fuerte carácter hispánico debido a la sonoridad de la vihuela.
El nombre de vihuela tiene su origen en el vocablo españolizado del italiano viola con una “h” intercalada para separar la primera vocal de las otras dos. En el siglo XVI este nombre se empleaba de forma genérica para todos los instrumentos de cuerda con mango. Así, nos encontramos con la vihuela de arco, que era igual a la fídula o viola medieval, y que en el siglo XVI pasó a llamarse en Europa violón o viola de gamba. Pero incluso en la España de la baja Edad Media, encontramos estas vihuelas transformadas en instrumentos pulsados, mediante un plectro (llamadas vihuelas de péñola) o con los dedos directamente (llamadas vihuelas de mano). Esta transformación, o sea, convertir un instrumento de arco en instrumento punteado, fue algo exclusivo de los pueblos mediterráneos y se realizó en España antes que en ningún otro país.
Por otra parte, es difícil establecer una diferenciación entre la guitarra que apareció en el siglo XIII en España como un nuevo tipo de viola medieval islamizado y la vihuela. En el siglo XV la guitarra y la vihuela se convirtieron en el mismo instrumento, con fondo plano, roseta central, cuerpo estrangulado y clavijero inclinado hacia atrás y por influencia del laúd, se fue perdiendo el uso del plectro y la vihuela terminó siendo pulsada directamente con los dedos. A finales del siglo XV la guitarra y la vihuela de mano se diferenciaban por el número de órdenes (cuerdas dobles afinadas al unísono): cinco, seis o incluso siete en el caso de la vihuela de mano o simplemente vihuela y cuatro en el caso de la guitarra. También se diferenciaban por la riqueza de su construcción y sus técnicas para tañer: mientras la vihuela era más lujosa, aristocrática, considerada como instrumento de arte culto y se tañía con la técnica de punteado, la guitarra era más popular y sencilla y predominaba el tañer rasgueado de acordes. La forma de la caja era igual a la de la actual guitarra pero más pequeña, curvas menos pronunciadas y el mástil más corto y ancho.
En el año 1500 se le añade a la guitarra un quinto orden y pronto se suprimieron el séptimo y sexto orden de la vihuela, con lo que a finales del siglo XVI la vihuela y la guitarra fueron un instrumento idéntico que pasó a llamarse “guitarra española”. Tras un siglo XVII de esplendor, la guitarra o vihuela de cinco órdenes decayó durante el siglo XVIII hasta que a finales del mismo siglo se le añadió de nuevo un sexto orden y más tarde se suprimieron las cuerdas dobles dejándolas sencillas. Por último, se suprime la roseta central y se aumenta la forma circular de las tapas hasta llegar a la guitarra actual.
Toda persona distinguida en el siglo XVI tenía que saber cantar y tocar acompañándose con la vihuela y esto se debe fundamentalmente a la abundancia de tratados. No solo se tocaba en los salones de la Corte, sino también en el templo y en las manifestaciones de carácter popular. Mientras en Europa era el laúd el instrumento preferido, que sirvió para impulsar la música instrumental, en España este papel correspondió a la vihuela. No se ha encontrado música para vihuela de la Corte de los Reyes Católicos pero podemos afirmar que en esta Corte es donde se encuentran los precedentes de esta música que tanta importancia tubo después, durante los reinados de Carlos V y Felipe II. Nos consta que la vihuela fue el instrumento favorito de las reinas y damas españolas durante el siglo XVI, siguiendo el ejemplo de la propia Reina Isabel que según parece, era una hábil tañedora de vihuela.
Nuestros vihuelistas no fueron músicos populares sino compositores maestros del arte polifónico. Para servir los gustos de los aficionados tuvieron que recurrir a la música popular en los tratados al lado de sus piezas originales o trascripciones de obras vocales. Al ser un instrumento punteado y polifónico formaba verdaderos acordes, pudiéndose decir que los vihuelistas de adelantaron a la creación de la melodía acompañada, textura que se desarrolló durante el Barroco. La tablatura o cifra para vihuela presentaba una línea por cuerda y números que indicaban dónde pisar. Las líneas divisorias y los valores rítmicos se representaban en la parte superior. Este tipo de escritura fue una de las causas de que se hiciera tan popular, ya que no se necesitaban grandes conocimientos musicales y era fácil de seguir por cualquier aficionado.
El nombre de vihuela tiene su origen en el vocablo españolizado del italiano viola con una “h” intercalada para separar la primera vocal de las otras dos. En el siglo XVI este nombre se empleaba de forma genérica para todos los instrumentos de cuerda con mango. Así, nos encontramos con la vihuela de arco, que era igual a la fídula o viola medieval, y que en el siglo XVI pasó a llamarse en Europa violón o viola de gamba. Pero incluso en la España de la baja Edad Media, encontramos estas vihuelas transformadas en instrumentos pulsados, mediante un plectro (llamadas vihuelas de péñola) o con los dedos directamente (llamadas vihuelas de mano). Esta transformación, o sea, convertir un instrumento de arco en instrumento punteado, fue algo exclusivo de los pueblos mediterráneos y se realizó en España antes que en ningún otro país.
Por otra parte, es difícil establecer una diferenciación entre la guitarra que apareció en el siglo XIII en España como un nuevo tipo de viola medieval islamizado y la vihuela. En el siglo XV la guitarra y la vihuela se convirtieron en el mismo instrumento, con fondo plano, roseta central, cuerpo estrangulado y clavijero inclinado hacia atrás y por influencia del laúd, se fue perdiendo el uso del plectro y la vihuela terminó siendo pulsada directamente con los dedos. A finales del siglo XV la guitarra y la vihuela de mano se diferenciaban por el número de órdenes (cuerdas dobles afinadas al unísono): cinco, seis o incluso siete en el caso de la vihuela de mano o simplemente vihuela y cuatro en el caso de la guitarra. También se diferenciaban por la riqueza de su construcción y sus técnicas para tañer: mientras la vihuela era más lujosa, aristocrática, considerada como instrumento de arte culto y se tañía con la técnica de punteado, la guitarra era más popular y sencilla y predominaba el tañer rasgueado de acordes. La forma de la caja era igual a la de la actual guitarra pero más pequeña, curvas menos pronunciadas y el mástil más corto y ancho.
En el año 1500 se le añade a la guitarra un quinto orden y pronto se suprimieron el séptimo y sexto orden de la vihuela, con lo que a finales del siglo XVI la vihuela y la guitarra fueron un instrumento idéntico que pasó a llamarse “guitarra española”. Tras un siglo XVII de esplendor, la guitarra o vihuela de cinco órdenes decayó durante el siglo XVIII hasta que a finales del mismo siglo se le añadió de nuevo un sexto orden y más tarde se suprimieron las cuerdas dobles dejándolas sencillas. Por último, se suprime la roseta central y se aumenta la forma circular de las tapas hasta llegar a la guitarra actual.
Toda persona distinguida en el siglo XVI tenía que saber cantar y tocar acompañándose con la vihuela y esto se debe fundamentalmente a la abundancia de tratados. No solo se tocaba en los salones de la Corte, sino también en el templo y en las manifestaciones de carácter popular. Mientras en Europa era el laúd el instrumento preferido, que sirvió para impulsar la música instrumental, en España este papel correspondió a la vihuela. No se ha encontrado música para vihuela de la Corte de los Reyes Católicos pero podemos afirmar que en esta Corte es donde se encuentran los precedentes de esta música que tanta importancia tubo después, durante los reinados de Carlos V y Felipe II. Nos consta que la vihuela fue el instrumento favorito de las reinas y damas españolas durante el siglo XVI, siguiendo el ejemplo de la propia Reina Isabel que según parece, era una hábil tañedora de vihuela.
Nuestros vihuelistas no fueron músicos populares sino compositores maestros del arte polifónico. Para servir los gustos de los aficionados tuvieron que recurrir a la música popular en los tratados al lado de sus piezas originales o trascripciones de obras vocales. Al ser un instrumento punteado y polifónico formaba verdaderos acordes, pudiéndose decir que los vihuelistas de adelantaron a la creación de la melodía acompañada, textura que se desarrolló durante el Barroco. La tablatura o cifra para vihuela presentaba una línea por cuerda y números que indicaban dónde pisar. Las líneas divisorias y los valores rítmicos se representaban en la parte superior. Este tipo de escritura fue una de las causas de que se hiciera tan popular, ya que no se necesitaban grandes conocimientos musicales y era fácil de seguir por cualquier aficionado.
A pesar de la gran cantidad de tratados que se conservan, todos presentan una serie de generalidades. Constan de varias secciones o libros y la música está escrita en cifras o tablatura. Hay obras para vihuela sola, dúo de vihuelas, canto y vihuela y para otro instrumento y vihuela. Además, todos suelen tener intención pedagógica excepto los tratados de Luís de Narváez y de Alonso Mudarra. El repertorio para vihuela es muy diverso: fantasías, tientos, glosas, diferencias, contrapuntos, versos, pavanas, etc. Y el repertorio para canto y vihuela es también igual de diverso: villancicos, romances, canciones, sonetos, villanescas, motetes, etc.
De todos los vihuelistas y sus tratados he seleccionado la música de tres de ellos por orden cronológico. En primer lugar, de Luís de Narváez que nació a finales del XV en Granada. Fue vihuelista de Don Francisco de los Cobos, confidente del Emperador Carlos y es probable que sirviera también en la Casa de la Emperatriz doña Isabel. Publicó en 1538 los “Seis libros del Delfín de música” con 52 piezas que abarcan fantasías, adaptaciones de obras polifónicas, diferencias sobre el himno “O gloriosa domine” y sobre el himno “Sacris Solemnis”, canciones sobre el Rey Ramiro y el Rey Moro y diferencias sobre el “Conde Claros” y “Guárdame las vacas”. En segundo lugar, de Diego Pisador que nació a principios del XVI en Salamanca. Parece ser que estaba al servicio de Felipe II a quién dedicó en 1552 su libro titulado “Libro de música de vihuela” dividido según los grados de dificultad. Destacan sus transcripciones de obras vocales polifónicas y su repertorio para canto y vihuela como sus seis villanescas. Por último, de Esteban Daza, que es el último vihuelista de la serie del siglo XVI y que publica en 1579 su libro de música de cifras para vihuela”, intitulado “El parnaso” dedicado al licenciado Hernando de Hablas de Sotomayor, consejero de Felipe II. Contiene fantasías originales, transcripciones de obras vocales y composiciones para canto y vihuela como canciones, villanescas y villancicos.
De todos los vihuelistas y sus tratados he seleccionado la música de tres de ellos por orden cronológico. En primer lugar, de Luís de Narváez que nació a finales del XV en Granada. Fue vihuelista de Don Francisco de los Cobos, confidente del Emperador Carlos y es probable que sirviera también en la Casa de la Emperatriz doña Isabel. Publicó en 1538 los “Seis libros del Delfín de música” con 52 piezas que abarcan fantasías, adaptaciones de obras polifónicas, diferencias sobre el himno “O gloriosa domine” y sobre el himno “Sacris Solemnis”, canciones sobre el Rey Ramiro y el Rey Moro y diferencias sobre el “Conde Claros” y “Guárdame las vacas”. En segundo lugar, de Diego Pisador que nació a principios del XVI en Salamanca. Parece ser que estaba al servicio de Felipe II a quién dedicó en 1552 su libro titulado “Libro de música de vihuela” dividido según los grados de dificultad. Destacan sus transcripciones de obras vocales polifónicas y su repertorio para canto y vihuela como sus seis villanescas. Por último, de Esteban Daza, que es el último vihuelista de la serie del siglo XVI y que publica en 1579 su libro de música de cifras para vihuela”, intitulado “El parnaso” dedicado al licenciado Hernando de Hablas de Sotomayor, consejero de Felipe II. Contiene fantasías originales, transcripciones de obras vocales y composiciones para canto y vihuela como canciones, villanescas y villancicos.
Celia Bueno
1 comentario:
Felicito a Celia por la exquisita selección musical del programa de esta semana.
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