MIS LECTURAS DE VERANO (II)
Como os contaba en mi anterior entrada al blog, después del atracón de novela negra, necesitaba algo diferente y bien que lo encontré en la lectura de “Pantaleón y las visitadoras” del nobel Vargas Llosa. Todo lo que había leído anteriormente de este autor me había enganchado sobremanera, pero era literatura “seria” que analizaba sobre todo las perversiones de los regímenes dictatoriales y diseccionaba la sociedad peruana y sudamericana. No esperaba por tanto encontrar aquí una obra con la que me reiría como hacía tiempo que no hacía con un libro.
En la novela, al capitán Panteleón Pantoja, un gris genio de la intendencia militar, se le asigna una misión que se aviene a cumplir con la misma sistematicidad y eficiencia que cualquiera anteriormente asignada. La comicidad de esta farsa reside en el choque entre la honradez y marcial sentido del deber de Pantaleón y la poco “honorable” misión encomendada: la creación de un sistema de prostitución ambulante que sirva de alivio a los fogosos soldados peruanos destinados a la frontera. La misión, por supuesto secretísima, como no podía ser menos en nuestra hipócrita sociedad, casi terminará por costarle al íntegro capitán Pantoja su salud, su carrera militar y su familia.
La lectura de la novela os puede resultar difícil en algunos momentos, puesto que Vargas Llosa no presenta la información de manera lineal, sino que alterna diálogos, cartas, documentos oficiales o artículos de prensa, etc. que se yuxtaponen en un mismo plano significativo y que obligan al lector a esforzarse en su lectura para poder disfrutarla (esto es precisamente lo que echaba de menos en mis lecturas anteriores: un escritor que me exigiera en tanto que lector).
Como os contaba en mi anterior entrada al blog, después del atracón de novela negra, necesitaba algo diferente y bien que lo encontré en la lectura de “Pantaleón y las visitadoras” del nobel Vargas Llosa. Todo lo que había leído anteriormente de este autor me había enganchado sobremanera, pero era literatura “seria” que analizaba sobre todo las perversiones de los regímenes dictatoriales y diseccionaba la sociedad peruana y sudamericana. No esperaba por tanto encontrar aquí una obra con la que me reiría como hacía tiempo que no hacía con un libro.
En la novela, al capitán Panteleón Pantoja, un gris genio de la intendencia militar, se le asigna una misión que se aviene a cumplir con la misma sistematicidad y eficiencia que cualquiera anteriormente asignada. La comicidad de esta farsa reside en el choque entre la honradez y marcial sentido del deber de Pantaleón y la poco “honorable” misión encomendada: la creación de un sistema de prostitución ambulante que sirva de alivio a los fogosos soldados peruanos destinados a la frontera. La misión, por supuesto secretísima, como no podía ser menos en nuestra hipócrita sociedad, casi terminará por costarle al íntegro capitán Pantoja su salud, su carrera militar y su familia.
La lectura de la novela os puede resultar difícil en algunos momentos, puesto que Vargas Llosa no presenta la información de manera lineal, sino que alterna diálogos, cartas, documentos oficiales o artículos de prensa, etc. que se yuxtaponen en un mismo plano significativo y que obligan al lector a esforzarse en su lectura para poder disfrutarla (esto es precisamente lo que echaba de menos en mis lecturas anteriores: un escritor que me exigiera en tanto que lector).
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