martes, 22 de noviembre de 2011

La ciudad de Ur



La ciudad de Ur es tal vez el mejor yacimiento arqueológico para conocer la historia de Mesopotamia hasta el III milenio a. C. Originalmente, estaba localizada en la desembocadura del río Éufrates en el golfo Pérsico cerca de Eridú, otra famosa ciudad mesopotámica. Hoy en día, sus ruinas se encuentran alejadas del mar a 24 km al suroeste de Nasiriya, en el actual Irak.
Los restos de Ur forman una colina de ruinas de 12 m de altitud en mitad del desierto de Irak, estas ruinas eran llamadas por los habitantes locales Tell al-Muqayyar (montículo de brea). Veamos un poco de la historia de su descubrimiento.
La primera investigación en la zona fue llevada a cabo por el cónsul británico en Basora J. E. Taylor en 1854. Ya entonces se encontraron tablillas que indicaban que los restos pertenecían a la Ur bíblica; sin embargo, esto no fue suficiente para que se realizasen investigaciones de importancia y poco después se abandonó el lugar, produciéndose saqueos. Miles de tablillas cuneiformes terminaron en los mercados de Bagdad y, desde allí, en colecciones privadas.
Fue tras la Primera Guerra Mundial, cuando Irak pasó a formar parte del Imperio británico cuando el Museo Británico, continuó las excavaciones en Ur, entre 1918 y 1919. Pero será a partir de 1920 cuando, en colaboración con arqueólogos de la Universidad de Pensilvania al mando de Leonard Woolley se hagan los principales
descubrimientos que nos han permitido conocer la historia de esta ciudad sumeria.
La antigua ciudad de Ur fue fundada a principios del VI milenio a. C. convirtiéndose ya en el IV en una ciudad importante en la desembocadura del Eúfrates. Más tarde, en los inicios del III milenio se tiene constancia de una gran inundación que podría relacionarse con las leyendas del Diluvio bíblico y el relato del Gilgamés mesopotámico. Pero es en la segunda mitad del III milenio a.C. cuando la ciudad cobra mayor importancia y son de esta época los restos más interesantes de los que vamos a hablar aquí.
Los más espectaculares son los de la necrópolis, el cementerio de la ciudad. Cerca de 2.000 tumbas que databan entre el año 2.700 y el 2.350 a. C, aunque sólo dieciséis de ellas eran tan excepcionalmente suntuosas, que pasaron a ser denominas como Tumbas Reales y que constituyen uno de los más espectaculares descubrimientos de la historia de la arqueología. Incluso conocemos el nombre de alguno de sus propietarios, aunque muchas de ellas habían sido ya saqueadas.
La mas fastuosa, por ejemplo, perteneció a la reina Pu Abi. En su interior, además de la reina, se encontraban los cuerpos de cinco hombres armados y diez mujeres acompañadas por la magnífica Arpa de Ur rematada por la cabeza de un toro en oro. La cámara contenía incluso un carro y los esqueletos de dos bueyes. El cuerpo de la reina estaba envuelto en joyas y mantos con incrustaciones. Sobre la cabeza llevaba el famoso tocado a base de hojas y una peineta rematada por estrellas de cinco puntas. Cerca de su mano tenía una copa de oro. Debajo de un baúl había un pasadizo que comunicaba con otra cámara funeraria; en ella se encontraba el rey A-kalam-dug de Ur, cuya tumba había sido parcialmente saqueada.
Las tumbas habían sido construidas de ladrillo, tenían diversas formas y algunas disponían de falsas bóvedas hechas por aproximación de hiladas. Pero lo más sorprendente y a la vez macabro de estas tumbas, son los sacrificios humanos rituales, de los que no se tenía noticia hasta entonces en Mesopotamia. Así en la de la reina Pu Abi se encontraron unas 70 personas en total que acompañaron a la reina en el más allá, junto a los objetos de oro y piedras semi-preciosas que ya hemos comentado.
La mayor parte de los objetos encontrados en estas tumbas los puedes ver en el Museo Británico de Londres. Entre los más significativos para la historia del arte mesopotámico está el conocido como estandarte de Ur (que no es un estandarte sino, tal vez, la caja de un arpa), una especie de caja de madera con incrustaciones de nácar y lapislázuli. En las dos caras principales llamadas “de la paz” y “de la guerra” se representan escenas de una procesión o banquete ceremonial y una de las primeras representaciones de un ejército con carros y todo.
Además de las tumbas reales el monumento más impresionante y mejor conservado de Ur es el zigurat de Ur-Nammu en el complejo templario de Nanna, el dios de la Luna y tutelar de la ciudad. Esta torre escalonada de tres niveles, con un santuario en la cumbre medía 60 m de longitud por 45 de anchura y 21 de altura, estaba hecha de adobe y ladrillos unidos por betún. Su estructura sirvió de modelo a otros muchos de toda Mesopotamia y aún en el siglo VI, el de Babilonia en honor a Marduk se levantaba a imitación de éste.
En la década de 1970 el gobierno de Saddam Hussein emprendió la restauración del zigurat de Ur-Nammu, que se convirtió en uno de los monumentos más importantes de Irak.
Bibliografía



Elena Toribio

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