sábado, 25 de noviembre de 2017

"Nadie es más que nadie" por Miguel Navarro, alumno de 2º de Bachillerato

El sexo femenino ha sido considerado erróneamente el sexo débil y este hecho ha tenido como consecuencia que las mujeres hayan sido tratadas a lo largo de la historia  como el eslabón más débil de la sociedad. Pero, lo terrible de esta situación es que todavía, en pleno siglo XXI, el machismo sigue instaurado en nuestra sociedad y seguimos encontrando distintas manifestaciones de discriminación hacia las mujeres, ya sea en el entorno familiar  o laboral, ya sea cuando esta se manifiesta de forma violenta. Es esta  última manifestación de discriminación, la que más daño provoca y la que se inicia en muchas ocasiones en las parejas jóvenes. En muchas de estas relaciones se considera normal que las chicas sean controladas por los chicos, como prueba de amor.

Según indican los estudios sobre violencia de género, algunos jóvenes creen que es necesario ejercer el control sobre su pareja para que esta pueda seguir adelante. Pero nosotros sabemos que eso no es cierto, pues se trata de una forma de violencia género que se basa en la privación de libertad a una chica, en el aislamiento con el fin de dominarla y poseerla por completo, en una idea equivocada del amor, y que se basa, en resumidas cuentas en tópicos como “él es mi media naranja” o “que los celos son muestra de amor”. Lo cierto es que el maltratador siempre tiene la necesidad de mandar en la relación y de controlar a la pareja para saber dónde está, con quién habla,  justificando ese control en la idea de que él sabe lo que es mejor para ella.

Personalmente, no conozco a nadie que haya sido maltratada, pero a través de los medios de comunicación recibimos información constantemente de muchos casos de violencia de género que suceden en nuestro país y en el extranjero. En muchos de estos casos las nuevas tecnologías se convierten en aliados de los maltratadores. En una entrevista pude ver cómo una chica empezó siendo acosada por su pareja a través del wsp y cómo esta le preguntaba a todas horas dónde estaba y con quién se encontraba. Al principio a la chica le parecía bien que se preocupara por ella, pero llegó un momento en el que empezó a asfixiarla y dejó de estar cómoda. Pero esto fue solo el principio de la situación, porque tras un tiempo fue a peor, y el control ya era total: le quitaba el móvil, veía con quién hablaba y se enfadaba cuando no le contestaba de inmediato. Al final, no pudo continuar con esta situación y tuvo que cortar la relación. Este tipo de relaciones tóxicas no son buenas, ni para los chicas que las sufren, ni tampoco para los chicos, que se encuentren en la situación contraria, aunque en estos últimos casos el desenlace no es igual.

En definitiva la violencia de género es una lacra que existe desde tiempos inmemoriales, pero es ahora cuando la sociedad está más concienciada y se plantea erradicar definitivamente este problema estructural. La mujeres y los hombres son iguales. NADIE ES MÁS QUE NADIE. Entre todos debemos hacer un esfuerzo para que eliminar las diferencias que aún existen y para erradicar para siempre la violencia hacia las mujeres.  

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