martes, 18 de mayo de 2010

Martes Clásico: Franz Listz


El especial de música clásica de esta semana ha estado dedicado al compositor húngaro Franz Liszt (1811-1886), quien se inició en la música a temprana edad gracias a su padre que le enseñó a tocar el piano y le instruyó en las obras de Haydn, Mozart y Beethoven. Con 6 años interpretaba leyendo a primera vista y a lo 9 hizo su primera aparición pública tocando el piano. Más adelante se formó en Viena recibiendo clases de Carl Czerny, discípulo de Beethoven, y con 14 años, en 1825, realizó una gira de conciertos por Francia e Inglaterra. Es difícil seleccionar piezas de este compositor húngaro, dada la belleza de su obra, pero en este caso nos hemos decantado por las siguientes: el Poema sinfónico nº 4 titulado "Orfeo", el 3er y 4º Movimiento del Concierto para piano y orquesta nº 1 en Mi Bemol Mayor (Alegretto vivace y Allegretto animato), y por último la Rapsodia húngara nº 6 en Re Bemol Mayor.
En cuanto a la primera pieza hay que decir que se trata de un "Poema sinfónico", como su propio nombre indica, que fue un género creado por Liszt, quien partiendo de la obertura de concierto, creó un tipo de obra en la que por medios puramente musicales se explica una historia que es narrada en un programa literario que acompaña la interpretación. En esta pieza en la que se cuenta el mito de Orfeo, predomina un tono intimista desde los primeros compases dominados por las sonoridades de las arpas, que simbolizan la cítara de Orfeo. En palabras del propio músico en esta obra se manifiesta o se expresa "el carácter serenamente civilizado del canto que irradia toda obra de arte, su suave energía y su sonoridad voluptuosa para el alma". La historia mitológica que recrea cuenta cómo Eurídice, la esposa de Orfeo, murió tras la mordedura de una serpiente, y como Orfeo -que no podía soportar la ausencia de su amada esposa-, bajó al submundo para rescatarla. Allí consiguió con su música ablandar el corazón de Hades y de Perséfone, quienes le permitieron que Eurídice regresara a la superficie siempre y cuando en el trayecto no miraran hacia atrás. Pero cuando ya estaban a punto de conseguir su objetivo, Orfeo no pudo evitar mirar a Eurídice, y ésta de inmediato se desvaneció antes de que los rayos de sol bañaran su cuerpo.

Con respecto a la segunda pieza, hay que comentar que es una obra de 1832, que fue posteriormente revisada en 1849 y 1853, en la que destaca el carácter y la brillantez, a pesar de que fue criticada por algunos de sus contemporáneos. Y para finalizar el programa, se optó por una de sus Rapsodias húngaras, la nº 6, que muestra su admiración por la música popular de su Hungría natal. Estas piezas, que deberían recibir el nombre de "rapsodias gitanas", tienen un estructura bipartita con una primera sección lenta a la que sigue un segunda, rápida, que sumerge a los oyentes en un auténtico torbellino de música con una rítmica irresistible. (Nieves Raya)

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