lunes, 23 de enero de 2012

La ópera durante el Barroco.




La semana pasada estuvimos viendo el inicio y desarrollo de la ópera en Italia. Pero la ópera se extendió por toda Europa y no solo durante el Barroco, sino también durante el Clasicismo, Romanticismo, siglo XX y aún en nuestros días y se ha convertido en uno de los géneros musicales más trascendentes para nuestra sociedad. El inicio de la ópera en Francia coincide con el reinado de Luis XVI, donde la música se utiliza para solemnizar los actos de la corte de Versalles. Por ello pierde sus cualidades dramáticas y se convierte en algo más decorativo. El creador del lenguaje operístico francés es un compositor de origen italiano, Jean Baptiste Lully, que afrancesa el estilo italiano, adaptando el adornado canto italiano a las acentuaciones del texto francés. Sus óperas se llaman “Tragedias líricas”, mezcla de ballet y drama, ya que combina temas serios mitológicos con frecuentes y extensos interludios de danzas y canto coral llamados “Divertisements”, y todo astutamente mezclado con adulaciones al Rey y glorificación a la Nación Francesa. Crea un tipo específico de obertura, denominado obertura francesa, que consta de tres tiempos: lento de estilo homofónico, rápido de estilo fugado y lento con reminiscencias de la música del tiempo inicial. Los compositores italianos comenzaron a escribir otro tipo de oberturas llamadas “sinfonías” con la estructura de los tiempos rápido-lento-rápido.
La ópera también llegó a Inglaterra de la mano del músico Henry Purcell y a través de la Mascarada, especie de ballet escenificado que con la introducción del recitativo italiano, se convierte en ópera. La primera ópera inglesa compuesta por Purcell es Dido y Eneas, de gran riqueza tímbrica, armónica y, sobre todo, melódica y rítmica. La obertura es francesa y sus coros homófonos con ritmos de danza nos recuerdan a los de Lully. Sin embargo, la melodía es totalmente inglesa y los recitativos no son ni los del recitativo secco italiano ni los del estilo francés sino melodías moldeadas de acuerdo a los acentos, desarrollo y emociones del texto inglés. Tres de las arias lo son sobre un bajo ostinato. La última es el lamento de DidoWhen I am laid in earth”.
Pasado el periodo inicial en el que la ópera se extiende por toda Europa, llega un segundo periodo a comienzos del siglo XVIII, donde la ópera se fija en dos prototipos bien diferenciados: la ópera seria, de carácter aristocrático y cuyos temas están basados fundamentalmente en la mitología griega y romana o son históricos y la ópera bufa, de carácter popular y cuyos temas están basados en la vida cotidiana. La gran protagonista de la ópera seria durante este segundo periodo fue el aria da capo que se desarrolló en Nápoles, aunque éste no fue más que un centro de los muchos que había ya en Europa. Este aria sigue el esquema tripartito ABA’ y se llama da capo por la costumbre de poner después de la sección B la palabra da capo para indicar la vuelta al comienzo. Es en la escuela napolitana donde nacerá el “bel canto” con consecuencias tanto beneficiosas (desarrollo de la técnica vocal) como perniciosas (protagonismo excesivo de los cantantes y abusos o exigencias arbitrarias tanto a poetas como a compositores como por ejemplo agregar arias o sustituirlas con el solo propósito de lucirse). Uno de los compositores más destacados de este estilo fue Georg Friedrich Händel quien antes de dedicarse definitivamente al oratorio, compone óperas como Alcina, Julio César, Rinaldo, Rodelinda, etc. La primera ópera escrita por Händel en Londres y estrenada en el Teatro de la Reina en 1711 fue Rinaldo. Una de sus arias da capo es Lascia chio pianga que canta el personaje Almirena. El aria se basa en el ritmo de una zarabanda, apropiado para el lamento que se canta en este texto: “Deja que llore, la dura suerte y que suplique mi libertad. Que el dolor rompa estas cadenas, que de mis penas tenga libertad. Deja que llore…” Julio César es otra de sus óperas, una de las más famosas. El texto se inspira en la relación que mantienen César y Cleopatra y las intrigas que se suceden para intentar separarlos. Una de las arias de Cleopatra es “Piangerò la sorte mia”:
Lloraré mi destino,
tan cruel y tan adverso,
mientras haya aliento en mi pecho.
Y una vez muerta, por todas partes,
de día y de noche,
hecha un espectro, lo asustaré.
La ópera seria desató una reacción en contra, la denominada ópera bufa de carácter popular. Comenzó a ser importante a finales del siglo XVIII y unos años después, muchas de sus características fueron absorbidas por la corriente general que representaba Mozart. La obra que se ha considerado símbolo de este género es La serva padrona de Giovanni Battista Pergolesi de solo dos actos o intermezzos, que estaba destinada en un principio a ser Intercalada entre los tres actos de una ópera seria, también de Pergolesi. Se estrenó por primera vez en 1733 y cuando se representó en París en 1752 desató la denominada “guerra de los bufones”, que no era otra cosa que el enfrentamiento entre los defensores de las dos tendencias, la de lo serio y la de lo bufo. Esta ópera requiere solo dos personajes, Serpina, la criada y Uberto, el anciano al que sirve, porque el tercero, el criado Vespone, es mudo. En el desarrollo de la obra, la criada intenta enamorar astutamente a su viejo señor. Vamos a escuchar el dúo “Lo conosco”, donde la criada exagera el desprecio a Uberto, quien le promete hacerla su esposa. Podremos observar como el diálogo consiste en repetir la misma música en registros extremos, soprano y bajo, voces características del género bufo. La voz del personaje Uberto es la típica del bajo bufo, hábil para los pasajes de rapidez y carácter cómico. Las frases musicales son muy cortas, con frecuentes repeticiones y cadencias. También podemos observar cómo se huye de los elementos virtuosísticos, como los melismas belcantísticos.

Celia Bueno

Nota. la imagen que ilustra este artículo pertenece a la ópera en tres actos Rodelinda, considerada la mejor ópera creada por Händel, es una ópera seria en tres actos.

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