martes, 12 de abril de 2016

FCPC.INFORME Nº 26. Historia del libro y de las bibliotecas II parte. Del papiro al pergamino.

En este segundo espacio dedicado a la historia del libro y de las bibliotecas vamos a hablar del papiro, el soporte más importante para la escritura utilizado en la antigüedad por los egipcios, por los griegos o por los romanos. La voz "papiro" (del latín  papȳrus, y este del griego πάπυρος pápyros) designa por un lado la planta acuática de la familia de las ciperáceas que crece en las orillas del Nilo y que en su origen dio lugar a la lámina sacada del tallo, empleada por los antiguos para escribir; y por otro lado, designa el manuscrito en sí mismo compuesto por láminas de papiro. Este soporte fu utilizado por los grandes autores de la antigüedad como  Platón (h. 428-347 a. d. C.),  Tucídides (h. 460-400 a. d. C.) o Cicerón (106-43 a. d. C).

¿Dónde surgió el papiro y cuál era el proceso de elaboración?
Papiro Bodmer
  Egipto monopolizó la producción y guardó -como si fuera un secreto de Estado- el tratamiento de esta herbácea para convertirla en el preciado soporte de la escritura. Para convertir el Cyperus papyrus en una lámina para la escritura el procedimiento que se seguía era el siguiente: "primeramente se pelaban con esmero tiras del tallo de los juncos y se colocaban en una capa; luego se disponía una segunda capa encima formando ángulos rectos con la primera y, a continuación, se prensaba la hoja de papiro; el fluido de la planta mantenía juntas las capas. Las hojas acabadas se pulimentaban con piedra pómez o con conchas, dado que las láminas de papiro consistían en dos capas superpuestas, discurriendo por cada cara una veta distinta. De ahí el "recto" (donde el grano discurría de forma horizontal) y el "verso" (donde el grano discurría de forma vertical).  Las láminas se cortaban al tamaño deseado y, si era necesario, se pegaban para hacer un rollo más largo".

En la era faraónica, los rollos no solían superar los seis metros de longitud, aunque se han encontrado algunos más largos en varias tumbas. Para hacer más manejable el rollo de papiro se ataba un palito de madera a la última lámina que en latín recibía el nombre de "umbilicus" (ombligo). Es interesante destacar que en el comercio y distribución del papiro por el Mediterráneo fue fundamental el papel que jugó Biblos, la mítica urbe fenicia conocida por ser la ciudad del papiro, que consiguió hacerse con el control del comercio y con la distribución de la preciada planta.   

Del papiro al pergamino.
A partir del siglo I d.C. el pergamino empezó a competir con el pergamino hasta que finalmente fue desplazado por este. El pergamino recibió inicialmente el nombre de "charta pergamena" (papel pergamino) porque en origen estaba vinculado a la ciudad griega de Pérgamo. El pergamino ofrecía varias ventajas con respecto al papiro: resistía más la humedad y el paso del tiempo, era más duradero, podía doblarse sin romperse, se podía sujetar a otras láminas, se podía raspar para reutilizar, de tal manera que sobre una obra ya escrita se podía escribir otra una vez eliminada la anterior. Esta última ventaja dio lugar a la aparición de los llamados "palimpsestos" en la Edad Media, que no eran otra cosa que textos de pergamino en los que tras borrar una obra se escribía otra. Si bien esta última práctica redundó en la economía, sin embargo produjo la pérdida de muchas obras. 

El pergamino se impuso, pues, sobre el papiro no solo por las ventajas anteriores sino porque los romanos sacaron beneficios de su comercialización y distribución al eliminarse el monopolio que Egipto y Biblos habían ejercido con respecto al papiro. 

El pergamino, a diferencia del papiro, no se fabricaría a partir de una planta, sino a partir de las pieles de los animales como la del becerro. Pero el problema radicaba en que hacían falta muchas pieles para constituir una obra. Así, por ejemplo para la Biblia de Winchester fueron necesarias 250 pieles de becerro, pero se reunieron 2.000 pieles antes de descartar las que tenían imperfecciones. Por tal motivo, aparecieron en la Edad Media los citados "pamlipsestos" para reutilizar los pergaminos y se usaron tablillas de cera para hacer copias rudimentarias  o de prueba de un texto antes de confiar la obra a un escriba.

Con el paso del tiempo el pergamino sería sustituido por el papel, un soporte más barato del que hablaremos la semana que viene.   

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Bibliografía:
Lyons, Martin Libros. "papiro, pergamino, papel", Dos mil  años de historia  ilustrada, Lunwerg, 2011, págs. 21 y 22
VVAA: Diccionario de la RAE, en  http://www.rae.es/

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