domingo, 20 de abril de 2014

JUEVES DE CINE, 10/04/2014

Comenzamos nuestro programa con una sección musical muy especial, dedicada a nuestra compañera Irene. Se trata del clásico tema compuesto por Charles Trenet “La Mer”, perteneciente a la banda sonora de la película “French Kiss”, y que nos canta su protagonista Kevin Kline. Va por ti, Irene, que te queremos mucho, ya lo sabes.



Para la sección estrenos hemos seleccionado una comedia inclasificable titulada GRAN HOTEL BUDAPEST, último trabajo del realizador Wes Anderson, con un cartel de actores espectacular, del que podemos destacar a Ralph Fiennes, F. Murray Abraham, Adrien Brody, Willem Dafoe, Jeff Goldblum, Harvey Keitel o Jude Law, entre otros.


El gran hotel Budapest narra las aventuras de Gustave H., el legendario conserje de un famoso hotel europeo del período de entreguerras, y de Zero Moustafa, un botones que se convierte en su amigo más leal. La historia incluye el robo y recuperación de una pintura renacentista de incalculable valor; una frenética batalla por una inmensa fortuna familiar; y el inicio de la más dulce historia de amor; como telón de fondo, un continente que está sufriendo una rápida y drástica transformación” (www.labutaca.net).


Para comentaros sus aspectos más destacados tenemos dos invitados que ya han visto la película: los profesores Maribel (Filosofía) y Alfonso (Sociales) debaten con diferentes e interesantes opiniones sobre esta peculiar realización, que como podréis comprobar no deja indiferente. Os recomendamos que escuchéis el audio. Les damos las gracias a ambos por su amabilidad, una vez más.


En la sección Cine y Literatura Rosa Mª Calderón nos habla de una de sus novelas preferidas. Se trata de la  Historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, una obra del escritor, traductor e historiador francés Antoine François Prévost (1697-1763), más conocido por el nombre de Abate Prévost. Os ofrecemos a continuación su reseña:


“Recuerdo que llegué a esta novela en mi época universitaria y que la historia me atrapó desde el principio. Años después he vuelto a leerla, esta vez en una cuidada edición de Siruela con traducción y notas de  Mauro Armiño y con prólogo de Elsa Osorio y he vuelto a sentir la misma emoción que me invadió por aquel entonces. Esto es lo que tienen los clásicos, siempre están vivos, siguen manteniendo una fuerza que no queda mermada por el paso del tiempo y su relectura es un descubrimiento con significados y matices nuevos.

Al lector del siglo XXI, y sobre todo al más joven, podría causarle cierto reparo o rechazo el detenerse ante una novelita francesa del siglo XVIII; sin embargo, considero que, como en el caso de  Ana Karenina de Tolstoi, Madame Bovary de Gustave Flaubert o La Regenta de Clarín, Manon Lescaut  forma parte de esas grandes historias que –salvando las diferencias con las anteriores- pone de manifiesto cómo el poder y la fuerza del amor están por encima de todo.

EL ARGUMENTO. La historia comienza justamente por el final y es el marqués de Renoncourt quien asume al principio la voz narradora cuando presenta a los protagonistas. El citado marqués nos cuenta cómo al llegar a la localidad de Pacy, tras un largo viaje, encuentra a un grupo de mujeres de mala vida, que van encadenadas y que -según la información de uno de los arqueros o custodios-, serán deportadas a América por sus malos actos. En condiciones normales, el marqués, tras obtener esta información, hubiera pasado de largo, pero hay algo que le llama poderosamente la atención: entre esas féminas se encuentra, una joven de gran belleza, cuyo porte aristocrático desentona bastante del conjunto de mujeres de baja estofa que la acompaña; y a escasa distancia de la galera o carreta en la que van, hay un apuesto joven que lleva siguiéndolos a pie desde París porque una de las condenadas es su amada.

Evidentemente, Renoncourt se queda sorprendido por la historia y no puede evitar el pedirle amablemente explicaciones al afligido caballero. Poca información extrae, dado que el triste y desconsolado joven no quiere desvelar por pudor ni su nombre, ni el de su amada. Tan solo le confiesa lo que no saben “los miserables arqueros”: que hizo lo imposible en París para que su amada no fuera condenada, que la ama con una pasión tan violenta que lo convierte en el más desdichado de los hombres y que prefiere seguirla hasta América antes que perderla.

Dos años después, el marqués de Renoncourt vuelve a encontrar a este caballero, mucho más pálido y deteriorado que la vez anterior, y de nuevo se vuelve a acercar a él para saber de su vida y de su amada. A partir de este momento, los lectores podrán conocer a los protagonistas, Manon Lescaut y el caballero Des Grieux, y será este último el que nos cuente en forma autobiográfica la historia de su vida.

¿No os ha llamado ya la atención? ¿No queréis saber por qué un joven caballero lo abandona todo por amor?

Os puedo asegurar que si leéis tan solo el principio querréis saber por qué el caballero Des Grieux, un hombre de familia acomodada y un modelo de virtud, termina defendiendo la pasión desde la razón, cambiando la virtud por el vicio y justificando todos sus actos por amor, pues engaña a su mejor amigo y a su padre, hace trampas en el juego, roba y lo peor de todo se ve envuelto en un asesinato  por conservar a la mujer amada.


Lo más curioso del caso es que –gracias a la habilidad narrativa de Prévost-  el lector terminará amando también a esta “femme fatale”, a pesar de que es la ruina del protagonista, lo abandona varias veces y es -al fin y al cabo-  diabólicamente angelical al mismo tiempo que ingenuamente lujuriosa. Por estos  motivos, más allá de la razón y de la cordura Des Grieux confiesa a su fiel Tiberge en una ocasión: Me veis ahora tal como me dejasteis hace cuatro meses: siempre enamorado, y siempre infeliz por esa fatal pasión en la que no me canso de buscar la felicidad. (Manon Lescaut, pág. 88)



Esta novela tuvo tanto éxito que un siglo después sería trasladada a la ópera por Jules Massenet en 1884 (Manon) y por Giacomo Puccini en 1893 (Manon Lescaut). También sería llevada al cine y a la televisión, aunque sus adaptaciones para la pequeña y gran pantalla no han sido tan famosas como las que se hicieron para ópera. De entre sus adaptaciones cinematográficas destacamos Manon (1949) de George Clouzot, una versión de la obra de Prévost ambientada en la ciudad de Normandía después de la II Guerra Mundial, y Manon 70 (1968) de Jean Aurel,  otra versión traída a la actualidad y protagonizada por Catherine Deneuve.


Me gustaría acabar esta recomendación con una cita de Alejandro Dumas, incluida en su prólogo a La Dama de las camelias, que muy acertadamente ha incluido Elena Osorio en la edición de Manon Lescaut de la editorial Siruela y que dice así: Quien no te amó, Manon, no llegó al fondo del amor y es terrible constatarlo, pero quien no ama como Des Grieux, es decir, llegado el caso, hasta el crimen y el deshonor, no puede decir que ama”.”

Bibliografía:
Prévost, Antoine François: Historia del caballero Des Grieux y de Manon Lescaut, Editorial Siruela, col. Tiempo de clásicos, 2013
Manon (1949) de George Clozot: http://www.filmaffinity.com/es/film676880.html

Manon 70 (1968) de Jean Aurel:  http://www.filmaffinity.com/es/film305060.html

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