miércoles, 29 de mayo de 2013

Madame Bovary

 
Siguiendo con grandes pasiones y con grandes mujeres, hemos dedicado la sección Cine y Literatura de hoy a una de las mejores novelas de la literatura universal, Madame Bovary. Dicha obra, compuesta por el escritor realista francés Gustave Flauber, se  publicó en 1857 y dio lugar a una gran polémica nada más salir a la luz,  pues se consideró que la historia que se narraba atentaba contra la moral de la sociedad de la época.



Efectivamente, Flaubert se enfrentó a la moral de la época porque a través de la historia de Emma Bovary hizo una crítica visceral a la hipocresía de la sociedad burguesa;  y además eligió como protagonista de su novela a una mujer, frustrada en su matrimonio, que se niega a renunciar a sus deseos, a sus pasiones, a sus sueños y a su anhelo de libertad, a pesar de que ese acto de rebeldía pueda conducirla a su propia destrucción.

En esta novela se conjugan además de la rebeldía, la violencia, el melodrama y el sexo, como muy bien apuntó Mario Vargas Llosa en su ensayo “Flaubert y Madame Bovary”, perteneciente a su libro La orgía perpetua.

Hay que puntualizar que a pesar del escándalo que supuso la publicación de esta obra, su influencia no solo se dejó sentir en la literatura posterior, sino también en el campo de psicoanálisis, pues  a finales del siglo XIX se acuñó el término “bovarismo”  a raíz del estudio  Le Bovarysme, la psychologie dans l’œuvre de Flaubert  (1892) del francés Jules Gautier. A partir de este momento, el término “bovarismo” se aplicará a las patologías que presentan aquellos individuos insatisfechos con su vida, que buscan refugio en lo imaginario, debido al choque entre el deseo y la realidad.


Esta magnífica obra, considerada por Mario Vargas Llosa la primera novela moderna de la historia de la literatura, fue adaptada al cine en 1949  por Vincente Minneli.

Este verano -gracias a un buen amigo- tuve la oportunidad de volver a verla y os puedo asegurar que es realmente excelente, de tal manera que se la recomiendo encarecidamente a los alumnos, y en especial a los de 4º de ESO que han estudiado hace muy poco  el Realismo y el Naturalismo.

En esta película me cautivó Jennifer Jones en el papel de Madame Bovary, y me gustó muchísimo cómo el director introdujo un prólogo y un epílogo en el que el propio escritor, interpretado por James Manson se convertía en el narrador de la historia. 

Terminamos con dos fragmentos que me encantan pertenecientes al ensayo de Mario Vargas Llosa que citamos anteriormente y que nos hablan de lo que supuso en su vida la lectura de esta obra:   


En el verano de 1959 llegué a París con poco dinero y la promesa de una beca. Una de las primeras cosas que hice fue comprar, en una librería del barrio latino, un ejemplar de Madame Bovary en la edición de Clásicos Garnier. Comencé a leerlo esa misma tarde, en un cuartito del hotel Wetter, en las inmediaciones del museo Cluny. Ahí empieza de verdad mi historia. Desde las primeras líneas el poder de persuasión del libro operó sobre mí de manera fulminante, como un hechizo poderosísimo. Hacía años que ninguna novela vampirizaba tan rápidamente mi atención, abolía así el contorno físico y me sumergía tan hondo en su materia. A medida que avanzaba la tarde, caía la noche, apuntaba el alba, era más efectivo el trasvasamiento mágico, la sustitución del mundo real por el ficticio. Había entrado la mañana —Emma y Léon acababan de encontrarse en un palco de la Ópera de Rouen— cuando, aturdido, dejé el libro y me dispuse a dormir: en el difícil sueño matutino seguían existiendo, con la veracidad de la lectura, la granja de los Rouault, las calles enfangadas de Tostes, la figura bonachona y estúpida de Charles, la maciza pedantería rioplatense de Homais, y, sobre esas personas y lugares, como una imagen presentida en mil sueños de infancia, adivinada desde las primeras lecturas adolescentes, la cara de Emma Bovary. Cuando desperté, para retomar la lectura, es imposible que no haya tenido dos certidumbres como dos relámpagos: que ya sabía qué escritor me hubiera gustado ser y que desde entonces y hasta la muerte viviría enamorado de Emma Bovary. Ella sería para mí, en el futuro, como para el Léon Dupuis de Ja primera época, "Pamoureuse de tous les romans, l'héroine de tous les drames, le vague elle de tous les volumes de vers".



Desde entonces, he leído la novela una media docena de veces de principio a fin y he releído capítulos y episodios sueltos en muchas ocasiones. Nunca tuve una desilusión, a diferencia de lo que me ha ocurrido al repasar otras historias queridas, y, al contrario, sobre todo releyendo los cráteres —los comicios agrícolas, el paseo en el fiacre, la muerte de Emma—, siempre he tenido la sensación de descubrir aspectos secretos, detalles inéditos, y la emoción ha sido, con variantes de grado que tenían que ver con la circunstancia y el lugar, idéntica. Un libro se convierte en parte de la vida de una persona por una suma de razones que tienen que ver simultáneamente con el libro y la persona. Me gustaría averiguar cuáles son en mi caso algunas de estas razones: por qué Madame Bovary removió estratos tan hondos de mi ser, qué me dio que otras historias no pudieron darme”.

NUESTRA RECOMENDACIÓN: Escucha la 1ª parte de este Audiolibro de Madame Bovary presentado por Mario Vargas Llosa. Te aseguro que cuando empieces, no podrás dejarlo. 

Un apunte más: en breve nuestros lectores podrán tener a su disposición Madame Bovary.

2 comentarios:

GEHA dijo...

Excelente espacio dedicado a una de las, desde mi punto de vista, obras capitales de la literatura del siglo XIX. El extraordinariamente bien trazado retrato de cada uno de los personajes, el realismo de sus vivencias y la detallada reconstrucción del ámbito social en el que se integran trascienden las circunstancias particulares en las que Flaubert escribió y publicó esta obra magna. La inmensidad de sus contenidos hace que en cada nueva lectura se descubran nuevos aspectos y se profundice en cuestiones que inicialmente podrían haber pasado desapercibidas al lector. A lo largo de mi vida ya he leído esta novela tres veces, y seguro que volveré a ella.
Totalmente de acuerdo con Rosa Mª Calderón en las excelencias de la adaptación cinematográfica de Vicente Minnelli en 1949. La cuidada producción pretendía festejar las bodas de plata de la Metro Goldwyn Mayer, y lo consiguió con creces en vista de los magníficos resultados. Además de lo señalado tan acertadamente por la profesora Calderón, me gustaría también prestar atención a la sutil interpretación de Van Heflin en el difícil papel del marido de Emma. Logra evitar una ridícula y estúpida bondad y aporta al personaje todas las complejas contradicciones sentimentales que contiene. Asimismo, desde mi punto de vista, es de resaltar la deslumbrante escena de la fiesta, una aportación genial de Minnelli, en la que se resume la historia en cuestión de nueve minutos, con un audaz montaje con poco diálogo y muchos mensajes visuales al compás de la excelente música de Miklos Rozsa. Puro lenguaje cinematográfico. Esta escena podría ser visionada de forma independiente, como si se tratara de un cortometraje. Por si estáis interesados, este fragmento está disponible en Youtube en el siguiente enlace: http://www.youtube.com/watch?v=4c_YWQKYPPo.
Muchas gracias y enhorabuena por vuestro extraordinario trabajo.

Rosa María Calderón dijo...

Muchas gracias GEHA por tu extraordinarios comentarios y por tu excelente aportación.

Como muy bien has indicado la escena del baile podría visionarse como un cortometraje independiente.

En dicha escena Enma Bovary parece haber conseguido por fin su sueño y se encuentra rodeada del ambiente aristocrático que había deseado toda la vida. Es interesante observar cómo Enma se mimetiza rápidamente con este ambiente,disfruta y coquetea (sabiéndose la más hermosa del baile), mientras que su pobre marido se afana infructuosamente por integrarse en un círculo de caballeros que lo desdeña.