jueves, 29 de noviembre de 2012

“De la Troya murciana a la Troya homérica”: Realidad y mito

                                                                                            
En septiembre de este año  los periódicos publicaban una noticia  sorprendente: acababa de aparecer en  Murcia la que podría ser “la ciudad amurallada” más antigua de Europa y que por sus características, podría tener relación con  el nivel II de la mítica ciudad de Troya.
La noticia es fascinante. Según los arqueólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona  que la descubrieron, la  muralla de esta ciudad parece “Una obra pensada para el combate”. Así describían  esta imponente fortificación hallada en el rico yacimiento de La Bastida (Totana, Murcia). La construcción, parece  una maravilla “del arte de defender y atacar  plazas fuertes”. Fue construida, según ellos,  hace 4.200 años, en la Edad del Bronce, y es, aseguran, única en la Europa continental.  La muralla, con 7 metros de altura, tres metros de espesor y hasta 7 torres cuadradas, protegía una ciudad de unas 4 hectáreas de extensión perteneciente a la cultura de El Argar (Recordemos que la cultura de “El Argar “ es una de las más importantes del sureste peninsular en la Edad del Bronce).

El hallazgo “replantea lo que se conoce sobre el origen de las desigualdades económicas y políticas de Europa, sobre la formación del estamento militar y el papel de la violencia en la formación de tradiciones de identidad”.  Los descubridores, dirigidos por el catedrático de Prehistoria de la UAB Vicente Lull creen que la fortificación fue concebida por “gente con grandes conocimientos militares procedente de Oriente”. En concreto, por la forma de la entrada, citan —y ya me diréis si no es para ponerse a soñar— la segunda ciudad de Troya.

Pero, ¿qué diablos hacían “estos troyanos”  en Murcia, por qué vinieron  y qué relación guardaban con la cultura de El Argar”? son preguntas a las que los arqueólogos tendrán que ir respondiendo. Mientras tanto vamos a recordar qué sabemos sobre la ciudad de Troya, de la que ya hablamos en programas anteriores.

Recordareis  que en el yacimiento de la colina de Hisalrik  en Turquía, existen hasta diez ciudades de Troya superpuestas. Esta superposición de hábitats nos da idea de la importancia del yacimiento y  de su excelente posición estratégica, ya que se encuentra junto al estrecho de los Dardanelos en la ruta de acceso hacia el mar Negro.  La Troya II, que se sitúa entre los años 2.600 al 2.350 antes de Cristo, sería contemporánea de la ciudad fortificada murciana (2.200 a. C.) y a ella pertenecería el famoso “Tesoro de Príamo” con las joyas de Helena, que su descubridor atribuyó erróneamente a la Troya homérica.

La legendaria de la Ilíada correspondería a Troya VII A, que habría sido destruida hacia el 1.200 a.C por un incendio. Los restos de esqueletos, armas, depósitos de guijarros (como posible munición para las hondas) y la improvisada tumba de una niña bajo restos de vasijas, nos sitúan en un contexto de asedio. ¿Sería este el famoso asedio de 10 largos años cuyo final solo habría sido posible mediante el engaño del famoso “caballo de Troya”? Tal vez, pero eso no pueden asegurarlo los arqueólogos, debemos recurrir entonces a la leyenda…

Troya siempre estuvo envuelta en el mito y la leyenda hasta tal punto que muchos pensaron que no era real. Sólo un alemán soñador, visionario y aventurero, H. Schliemann decidió creer a Homero y la encontró. Pero ¿por qué ocurrió la Guerra de Troya, cómo empezó todo? Pues una vez más vamos a recurrir a la leyenda:

Todo empezó por culpa de una boda y del ”primer concurso de belleza de la historia”… Veréis, a  la boda de la diosa del mar Tetis y del héroe griego Peleo habían sido invitados todos los dioses menos Eris, la Discordia. Ésta, enfadada, ideó una peculiar venganza cuyo "imprevisto" desenlace dio lugar a nuestra sangrienta historia. En el lugar donde se celebró el banquete de bodas, colocó una manzana de oro con una inscripción que decía, "para la más bella", y tres diosas se la disputaron: Hera (protectora del hogar), Afrodita (diosa del amor) y Atenea, (diosa de la sabiduría). Pero, ¿quién sería el jurado?, ninguno de los dioses se atrevía y mucho menos Zeus, que estaba emparentado con las tres: Hera era su mujer y Afrodita y Atenea dos de sus hijas. Así que decidieron elegir a un mortal, un simple hombre, para que decidiese. El “marrón” le cayó al Príncipe Paris, hijo del Rey Príamo de Troya. Las tres diosas no se quedaron paradas esperando el veredicto, sino que se dedicaron a “sobornar” al jurado ofreciéndole diferentes cosas: Hera, le prometió poder, Atenea, sabiduría y Afrodita, amor. Paris decidió que la ganadora era Afrodita quien le había prometido el amor de la mujer más bella de Grecia, que no era otra que Helena, pretendida por todos los príncipes griegos y casada con Menelao, rey de Esparta y hermano del famoso Agamenón de Micenas. Las otras diosas heridas decidieron vengarse… 

Y así se formó todo: Paris rapta a Helena y se la lleva a Troya. Menelao para limpiar su honor convoca a los reyes y héroes griegos (recordemos a Ulises, Aquiles, Ayax) para luchar contra Troya. Sitian la ciudad durante 10 largos años, pero no logran penetrar las murallas troyanas. Los dioses están divididos unos a favor y otros en contra de Troya y finalmente, para vencer la resistencia de la ciudad los griegos tienen que recurrir al “truco” del caballo, para ganar la guerra. Al anochecer, los soldados griegos escondidos, mandados por Ulises, salen de la panza del caballo y abren las puertas de la ciudad, para que entre el grueso del ejército griego y ese es el fin de Troya.


¿El final o el comienzo? Si hoy visitáis las ruinas de Troya un gran caballo de madera os dará la bienvenida y os introducirá en un mundo de leyenda, que es tan real y  fascinante como el propio mito… ¡Soñemos con visitarlo!

Fuentes:

Elena Toribio.

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