lunes, 12 de noviembre de 2018

En recuerdo de Víctor Lobato



Hoy en un día plomizo y triste, se nos ha ido Víctor Lobato, un gran compañero y amigo, una buena persona, un ser honrado y honesto con mayúsculas, excepcional y maravilloso, dejándonos un vacío en el corazón y en lo mas profundo del alma. Hoy todos queremos "ser llorando el hortelano de la tierra que ocupas y estercolas, compañero del alma tan temprano". No hay palabras para el dolor, no hay palabras para la pérdida cuando la vida se ve arrebatada de pronto, sin avisar, y la muerte llega cruel y traicionera "con un manotazo duro y un golpe helado", no hay palabras para el silencio que queda después ....,  "compañero del alma, tan temprano".

Descansa en paz querido amigo, allá donde quieras que estés.   


  

4 comentarios:

Yolanda Jiménez dijo...

"...No perdono a la muerte enamorada/no perdono a la vida desatenta/no perdono a la tierra ni a la nada..." Compañero del alma.

Unknown dijo...

Una carta a un viejo amigo. PARTE I

Hola, compañero,

Hoy lunes ya se te echaba de menos. Es increíble la huella que dejaste en nosotros, se notaba amargamente que no estabas desde la primera hora, de una manera cruel, porque todo era más gris y anodino esta mañana, más… de lo mismo, más… lo que no quiero.

Me encantaban esas charlitas que teníamos en el ratillo del descanso, especialmente en los días con más carga laboral, eran un alivio muy agradable que se agradecía enormemente, para desconectar durante unos minutos, ya sabes, ¿las recuerdas? Arreglábamos España en un momento, poniendo a todos los políticos patas arriba y resolviendo cada problema de nuestro sistema educativo entre risas y bromas, mientras los cafelitos humeantes iban consumiéndose poco a poco.

Eras uno de los compañeros con los que yo más hablaba, y eso que no soy muy de charlar, pero contigo era imposible mantenerse indiferente…, simplemente no se podía. Tu carácter amigable, sencillo y divertido era encantador, y en cierta manera… adictivo, porque esta mañana no lo tuvimos y estábamos todos como atontados, tristes, silenciosos, desganados de todo.

Aún recuerdo el día que me presentaste a tu mujer, una persona muy cordial y ocurrente, como no podía ser de otra manera, que entraba en la conversación entre bromas mientras acabábamos un cafelito. Hacíais una parejilla encantadora, todos pensábamos lo mismo.

Organizado y meticuloso hasta el límite, sin duda, donde todo sobre tu mesa estaba colocado con una precisión quirúrgica en su ubicación exacta, y es que tu mente matemática se hacía patente en esos pequeños detalles. Como que siempre aparcabas en el mismo lugar, “tu sitio”, al final del todo para no molestar, y eso que llegabas de los primeros; nadie te superaba en eso, por eso todos respetaban esa preferencia tuya sin tener que decirles nada. Te lo ganaste por derecho propio.

Unknown dijo...

Una carta a un viejo amigo. PARTE II

Cuando me veías ensimismado en mi rinconcillo de siempre, leyendo o escribiendo en los descansos, era característica tu palmadita casi imperceptible en mi hombro, casi la estoy sintiendo ahora mismo mientras la recuerdo, un saludo suave y amable mientras esbozabas una sonrisa, qué curioso, y te mantenías a distancia respetando ese momento, como si no quisieras… molestar, qué tontería, siempre tan excesivamente cuidadoso en las formas. Y como un ritual acordado, si yo te saludaba y te devolvía el gesto, entonces te ponías muy contento y te acercabas a charlar sobre cualquier tema; si no, simplemente te quedabas en tu sitio pensando en tus cosas, en silencio. Eras una persona extraordinaria, educada y muy respetuosa, a un nivel maestro, único, irreemplazable e irrepetible.

Servicial y atento como nadie, insuperable. Apenas me daba tiempo a explicarte lo que necesitaba que ya dejaste de hacer tu tarea y empezaste a ayudarme. Con tu sonrisa eterna y tu palmadita de nuevo en mi hombro, siempre cercano y acogedor; los problemas huían despavoridos ante tu presencia, tan sencilla, con ese polito, vaqueros y náuticos en verano, o esa camisa tradicional blanca de manga larga y jersey de entretiempo a la espalda con cruce de mangas en el pecho; así eras, auténtico. Todo un clásico necesario que mantenías intacto y en exclusiva, con tu afeitado diario de perfecto apurado, tu peinado medido hasta la última cana, y ese bigote recortado de guardia que imponía cierto respeto e inspiraba sabiduría, tan característico.

Y una cosa más, compañero. Permíteme que te pida un favor. Ve buscándome un sitio bueno por allí, cerca de la barra, ya sabes que yo no soy de mesitas, con buena vista a la “pantallaca” para que podamos ver las carreras cuando toquen, una de tus pasiones, y así nos echamos unas risas con una cervecita por delante. Y es que todos tenemos que pasar por aquella tasca, tarde o temprano, así que mejor ir pillando taburete en primera línea. Ya que tu cogiste la delantera, te toca reservar sitio. Siempre llegando de los primeros a todas partes; aunque, esta vez, todos hubiéramos preferido que hubieses llegado de los últimos.

Hasta pronto, mi viejo y buen amigo, fue todo un honor y un placer conocerte, y volverá a serlo cuando nos veamos de nuevo. Te queremos todos mucho, compañero. Pero recuerda, el sitio de la barra frente a la pantalla es el mío.

Un amigo que te recuerda con mucho cariño.

Alfonso dijo...

Todo lo que diga o haga me parece tan trivial, todo lo que nos llenaba de preocupación en los días previos (criterios, estándares, adaptaciones, pranas... ) son cosas absurdas y sin sentido (siempre lo han sido y ahora más) porque lo verdaderamente importante, lo que nos deja un gran vacío es lo terrible, lo terrible de una pérdida tan sensible, que nos deja a todos un poco huérfanos... Su eterna cordialidad, esa estima profunda hacia las personas y que tú notabas, su sonrisa perenne, su manera tan peculiar de llevar la carpeta, su coche en el rincón siempre coincidente, su mera e imponente presencia. Víctor por vencedor en la vida porque su vida será siempre para los que lo quisimos una ganancia para nuestras almas, ahora heridas por el dolor. Qué injusta es la vida y qué injusta es la muerte, qué injusto es todo cuando no se comprende. No puedo mirar alrededor y no dejar de preguntarme ¿por qué?. ¿Por qué las personas buenas y válidas, que aportan tanto, tienen que irse tan pronto, de esta manera?. Quién me dirá ahora, dándome un toquecito en la espalda: Fon, eres un crack. Javier y tú sois dos cracks. Fuiste siempre un gran apoyo, un clarividente apoyo. Gracias por haberte conocido.