miércoles, 27 de septiembre de 2017

"Esperando a la paloma de la paz".

Ofrecemos en la siguiente entrada una reflexión del alumno David Ganfornina Alcón de 2º de Bachillerato A con motivo del Día Internacional por la paz que se conmemoró el pasado 21 de septiembre.


Cuando hablamos de paz todo el mundo piensa en la típica paloma blanca con la rama de olivo en el pico que trajo esperanza y paz al arca de Noé, pero hoy en día, en un mundo en el que la palabra paz se escucha poco, esa paloma no puede hacer nada más que ser un símbolo de algo difícil de alcanzar.

Llevamos toda nuestra vida escuchando eso de “por un mundo con paz” y parece que va a ser difícil que en algún momento lo consigamos. En una sociedad en la que se ven noticias sobre potencias mundiales lanzándose misiles entre ellos todos los días y en la que los juegos más vendidos son sobre guerras ya pasadas es difícil concebir una realidad en la que haya paz absoluta. La guerra, al fin y al cabo, es un lugar donde jóvenes que ni se conocen ni se odian, se matan entre sí por decisiones de viejos que se conocen, se odian, pero no se matan. Vivimos con miedo a todo lo que una guerra arrastra consigo, por mucho que alcemos la cabeza y miremos a nuestro alrededor nos cuesta ver un paisaje donde no haya desastre. Y la culpa de todo esto cae sobre nuestros hombros. Nosotros inventamos la paz cuando creamos la guerra, intentando equilibrar el mundo, el cual hemos convertido en  nuestro campo de batalla.

Pero entonces, ¿qué es exactamente la paz? La paz, por definición, es la situación en la que no hay guerra, y como desde siempre los hombres más importantes han rivalizado entre ellos por temas económicos y políticos lo único que podemos hacer nosotros es empezar a luchar por una paz efectiva, a pie de calle, por una paz que empiece por dejar nuestras pequeñas diferencias a un lado y abandone el enfrentamiento o la muerte por cuestiones ideológicas o religiosas.

Por desgracia, vamos a seguir viendo durante mucho tiempo misiles sobrevolando nuestras cabezas y niños muriendo por razones absurdas, pero si empezamos nuestra propia paz desde abajo y contagiamos a los futuros grandes líderes, puede que algún día llegue de nuevo la paloma blanca a este mundo que la espera desde hace mucho tiempo.

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