“NO ES SEXISTA LA LENGUA, SINO SU USO” POR EL
PERIODISTA ALEX GRIJELMO.
Desde
la coordinación del Plan de Igualdad, recomendamos esta semana el interesante
artículo “No es sexista la lengua, sino su uso” publicado por el escritor y periodista Alex Grijelmo en el
diario El País el 24 de febrero de 2018.
“El feminismo de hombres y
mujeres que obran de buena fe ha progresado a costa del lenguaje, porque sus
reivindicaciones constituyen un fin superior que no debe detenerse ante daños
secundarios que ni causan víctimas ni son irreversibles.
Y realmente no se pueden
equiparar la protesta ante el abuso del feminismo en tal o cual palabra y la
lucha frente a los maltratos, las vejaciones, la discriminación, la ocultación
o los salarios que sufren las mujeres.
Así pues, situarse en la defensa
del idioma supone, en la práctica, enfrentarse a la causa feminista. Y
criticarla en ese terreno sería como censurar a los bomberos por usar sus
hachas para derribar la puerta cerrada y salvar así a las víctimas que se
hallan desvanecidas en el interior entre las llamas. Qué importa la integridad
de la puerta si se trata de rescatar a seres humanos. Qué importa la integridad
del idioma si se trata de una lucha justa.
Por tanto, se puede comprender y
compartir esa corriente del feminismo que fuerza las palabras para lograr una
conciencia general que a su vez consiga cambiar la situación; del mismo modo
que no se criticaría a los bomberos en la tesitura referida… salvo que el
portero del inmueble les hubiera dado una llave.
Con una llave, los bomberos
seguirían allanando un domicilio sin permiso expreso de los dueños, pero en tal
caso nadie juzgaría violenta esa acción.
El uso habitual del hacha contra
la lengua ha llevado a muchas personas bienintencionadas a considerarla como un
sistema construido por el varón, y por tanto masculino; y por tanto machista y
discriminatorio. Se arroja así una sombra de rechazo sobre ese patrimonio
cultural, una maquinaria compleja cuando se analiza y sencilla cuando se usa;
una lengua que, paradójicamente, llamamos “materna”.
Y eso que en España no se ha
distribuido una circular del Gobierno que, como sí sucedió en Francia en
noviembre pasado, condene el lenguaje inclusivo en los documentos de la
Administración; ni la Academia española ha criticado, cosa que sí hizo la
francesa, la flexión en femenino de los nombres de profesiones y oficios. Más
bien todo lo contrario.
Pero quién sabe si muchos
adolescentes interesados en la filología, la psicolingüística o la filosofía de
la lengua no se habrán desviado de su vocación al toparse con esos denuestos.
Si se desprestigia el idioma, se desprestigia todo lo que a él va asociado.
Acusan de machismo a la lengua
española, sí, pero el mismo sistema que no ha dado duplicaciones como
“corresponsal” y “corresponsala” ha acogido sin problema “guardián” y
“guardiana” o “capitán” y “capitana”, o “bailarín” y “bailarina”. Quienes
tienen formación en filología saben que esas decisiones lingüísticas se deben a
razones históricas o etimológicas, a veces incluso aleatorias, pero no
sexistas.