De vergonzosos pueden ser llamados los hechos acaecidos el pasado Jueves en el transcurso de una jornada organizada dentro del Programa Deporte en la Escuela en nuestro centro. Venían a competir alumnos de otras localidades y se fueron siendo apedreados, literalmente.
Tanto padres como alumnos mostraron el lado más oscuro de lo que mal entendido debe ser el deporte. La rivalidad cayó en la ignominia y el insulto, la competitividad dejó paso a la violencia y a la falta total de deportividad. Todo fue como nunca debería haber sido.
El planteamiento del mismo programa de deporte nos hace ver que se intenta acentuar la formación deportiva del alumnado, pero además dentro de un clima de buena convivencia, resolviendo los conflictos por medio del diálogo, utilizando las competiciones como medio de aprender, infravalorando el deseo de ganar sobre el placer por jugar, compartir, etc., creando un clima agradable y mejorando las relaciones interpersonales.
Díganme ustedes en qué lugar quedó nuestro centro el pasado Jueves. Desde luego que no ganamos porque la jornada tuvo que ser interrumpida, pero es que ni siquiera quedamos en segundo lugar. Nuestro sitio fue el del bochorno por las actuaciones realizadas.
Sirva este escrito de reprimenda al alumnado que tuvo un comportamiento tan reprobable, y de reflexión a aquellos padres que apoyaron conductas incívicas tan lejanas de lo que se debería entender como el comportamiento ejemplar que un padre le debe a su hijo por el mero hecho de ser su progenitor.
La peor parte la sufrieron tanto el equipo que tuvo que salir con problemas de nuestras instalaciones como el propio profesor de Educación Física que tuvo que soportar insultos de personas a las que ni siquiera conocía.
Esto no es deporte; esto es violencia. Podemos inculcar desde nuestro centro valores positivos, de tolerancia, respeto, deportividad, etc. Pero los modelos verdaderos para los alumnos son sus padres, y estos son los que verdaderamente deben mostrar comportamientos razonables para que sus hijos se vean reflejados y los imiten.
El Jueves fue un día de luto para el deporte cuerveño, y así debe ser recordado.
Valga, por tanto, este escrito de denuncia de lo que nunca debió ocurrir. De lo que nunca podemos permitir. De lo que NO es el deporte. De lo que NO es educación ni civismo.
El Director
Roberto Domínguez