El sexo femenino ha sido considerado erróneamente el sexo
débil y este hecho ha tenido como consecuencia que las mujeres hayan sido tratadas
a lo largo de la historia como el
eslabón más débil de la sociedad. Pero, lo terrible de esta situación es que
todavía, en pleno siglo XXI, el machismo sigue instaurado en nuestra sociedad y
seguimos encontrando distintas manifestaciones de discriminación hacia las
mujeres, ya sea en el entorno familiar o
laboral, ya sea cuando esta se manifiesta de forma violenta. Es esta última manifestación de discriminación, la que
más daño provoca y la que se inicia en muchas ocasiones en las parejas jóvenes.
En muchas de estas relaciones se considera normal que las chicas sean
controladas por los chicos, como prueba de amor.
Según indican los estudios sobre violencia de género,
algunos jóvenes creen que es necesario ejercer el control sobre su pareja para
que esta pueda seguir adelante. Pero nosotros sabemos que eso no es cierto, pues
se trata de una forma de violencia género que se basa en la privación de
libertad a una chica, en el aislamiento con el fin de dominarla y poseerla por
completo, en una idea equivocada del amor, y que se basa, en resumidas cuentas
en tópicos como “él es mi media naranja” o “que los celos son muestra de amor”.
Lo cierto es que el maltratador siempre tiene la necesidad de mandar en la
relación y de controlar a la pareja para saber dónde está, con quién habla, justificando ese control en la idea de que él
sabe lo que es mejor para ella.
Personalmente, no conozco a nadie que haya sido
maltratada, pero a través de los medios de comunicación recibimos información
constantemente de muchos casos de violencia de género que suceden en nuestro
país y en el extranjero. En muchos de estos casos las nuevas tecnologías se
convierten en aliados de los maltratadores. En una entrevista pude ver cómo una
chica empezó siendo acosada por su pareja a través del wsp y cómo esta le
preguntaba a todas horas dónde estaba y con quién se encontraba. Al principio a
la chica le parecía bien que se preocupara por ella, pero llegó un momento en
el que empezó a asfixiarla y dejó de estar cómoda. Pero esto fue solo el
principio de la situación, porque tras un tiempo fue a peor, y el control ya
era total: le quitaba el móvil, veía con quién hablaba y se enfadaba cuando no
le contestaba de inmediato. Al final, no pudo continuar con esta situación y
tuvo que cortar la relación. Este tipo de relaciones tóxicas no son buenas, ni
para los chicas que las sufren, ni tampoco para los chicos, que se encuentren
en la situación contraria, aunque en estos últimos casos el desenlace no es
igual.
En definitiva la violencia de género es una lacra que
existe desde tiempos inmemoriales, pero es ahora cuando la sociedad está más concienciada y se plantea erradicar definitivamente este problema
estructural. La mujeres y los hombres son iguales. NADIE ES MÁS QUE NADIE.
Entre todos debemos hacer un esfuerzo para que eliminar las diferencias que aún existen y para erradicar
para siempre la violencia hacia las mujeres.
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