No hay materia tan
fascinante como la que viene proporcionando la neuropsiquiatría. Ayuda a
entender comportamientos que creíamos consecuencia de la cultura. Lo
extraordinario es que a menudo esos hallazgos se han esperado con el hacha de
guerra levantada. Así lo sabe la doctora Brizendine, neuropsiquiatra, que ha
publicado un fascinante libro, El cerebro femenino, recogiendo lo que hasta el
momento se sabe sobre el particular. La doctora Brizendine asegura que tuvo
reparos al contar que el cerebro de la mujer reduce su tamaño durante el
embarazo y no vuelve a su estado anterior hasta seis meses después del parto;
así, la naturaleza ayuda a la mujer a concentrarse en sacar adelante a un
cachorro tan desprotegido como es el humano, pero esa información podría ser
aprovechada por quienes defienden que las mujeres no deben volver a trabajar.
La doctora Brizendine sabe que ciertos grupos quieren que la naturaleza les dé
la razón y la naturaleza se empeña en seguir sus particulares criterios de
sensatez.
Por otra parte, nadie
puede evitar que la neurología avale ciertos estereotipos, como el de que las mujeres
disfrutan hablando. Cuando las adolescentes se reúnen para intercambiar
confidencias segregan oxitocina, la hormona de la intimidad. En vez de entender
esto a la manera masculina (ellas tienen propensión al cotilleo) o a la manera
femenina (la charla era el consuelo de las mujeres), la neurología considera
esta afición como la consecuencia de un cerebro que posee una innata capacidad
verbal: las mujeres echan mano de unas veinte mil palabras al día y los hombres
rondan las siete mil. ¿Por qué entonces la mujer ha estado sometida al hombre
en la mayoría de las sociedades? La historia nos dice que antes del control de
la natalidad la mujer sufría una media de veinte embarazos en su vida. Con
tantas bocas que alimentar le resultó imposible integrar las filas de los
padres de la filosofía. La neurología nos informa de las tendencias innatas, lo
cual fastidia a unos y a otras. Unos quieren vernos en el papel de siempre,
otras consideran el instinto maternal una falacia. Y la ciencia sienta las
bases para una discusión pendiente que no debiéramos desaprovechar: la
posibilidad de conciliar lo que somos con lo que deseamos ser.
“El
Coco”, de Elvira Lindo, publicado por El
País en diciembre de 2006 (http://elpais.com/diario/2006/12/13/ultima/1165964402_850215.html) PAU,
Junio de 2007 en Casilla y León.
¿Por qué somos tan diferentes los hombres y las mujeres?, ¿es acaso una cuestión cultural y adquirida o simplemente se trata de algo innato? o ¿acaso lo innato y lo adquirido son interdependientes condicionando el contexto nuestros comportamientos? Está claro que el tema es de lo más interesante, y por ello hemos propuesto como ejercicio de preparación para la PAU de Comentario de texto, este artículo de Elvira Lindo elegido en Castilla y León en junio de 2007 y que hoy en día podemos decir que goza de actualidad, pues se trata de un debate que está siempre latente. Ofrecemos como siempre en este artículo el Tema, el Resumen y la Estructura e invitamos a los alumnos de 2º de Bachillerato a que suban su opinión a través del comentario crítico.
TEMA.
La ciencia constata que el cerebro de los hombres y de las mujeres es
diferente.
RESUMEN.
No siempre llueve a gusto de todos, y esto se comprueba en la polémica
suscitada entre feministas y machistas a raíz de los últimos descubrimientos de
la neuropsiquiatría que demuestran que el cerebro de los hombres y de las
mujeres es diferente y que ello justifica sus patrones conductuales a lo largo
de la historia.
ESTRUCTURA.
El presente texto plantea una estructura deductiva, pues la tesis se expone
nada más comenzar el artículo y a continuación se sucede el cuerpo
argumentativo y una conclusión final que cierra el texto y retoma la tesis
inicial. La idea que defiende la
escritora y colaboradora asidua en el diario El País, Elvira Lindo, es
que la Ciencia ha demostrado que la realidad neurológica de las mujeres es
diferente a la de los hombres, sin embargo esta afirmación ha suscitado una
gran polémica por parte de sectores que utilizan este descubrimiento para sus
propios fines (No
hay materia tan fascinante como la que viene proporcionando la
neuropsiquiatría. Ayuda a entender comportamientos que creíamos consecuencia de
la cultura…).
A
partir de aquí, pasamos a la demostración de la tesis y para ello inicia su
defensa apoyándose en dos argumentos de autoridad y de hecho al mismo tiempo con el objeto de hacer irrefutable su discurso:
el primero de ellos hace referencia a la doctora Louann Brizendine, autora del
estudio El cerebro femenino, quien verifica tras su investigación que la
estructura del cerebro de la mujer justifica su forma de ser; y el segundo, se
fundamenta en la neurología en general que confirma que la mujer tiene de forma innata mayor capacidad verbal
que el hombre por cuestiones hormonales y genéticas. Tras la exposición de
estos dos argumentos arremete contra los que se basan en esto para justificar
su postura machista y evidenciar la no
incorporación de la mujer al mundo laboral tras ser madres o tildarlas de
“cotillas” de modo despectivo; y contra las que se niegan a aceptar esa
diferencia entre sexos en pro del feminismo. Concluye el artículo, retomando de
nuevo la idea principal e
invitándonos a hombres y a mujeres a que nos aceptemos tal y como somos fuera
de los paradigmas o arquetipos que nos han encasillado secularmente.
2 comentarios:
Nos encontramos ante un artículo periodístico, un artículo de opinión donde la autora expone sus ideas sobre los avances científicos y cómo aplicamos a ellos nuestros estereotipos y prejuicios, en relación con el debate entre machistas y feministas. Todo ello a partir de la publicación de un libro, “El cerebro femenino”.
En cambio, la ciencia es presentada como modelo de objetividad y sensatez. De cualquier manera, no queda demasiado clara la postura de la autora, se opone tanto a las feministas como a los machistas, y utiliza para sus fines los descubrimientos de la ciencia, en este caso que el cerebro de la mujer funciona de forma diferente al de la mujer. Insiste en la mayor capacidad verbal del cerebro femenino, en que domina más el lenguaje y cuenta con un mayor vocabulario y en que, sin embargo, ha estado siempre sometida al hombre, y la dedicación en exclusiva a la maternidad y a la crianza de los hijos han impedido que se dedique a trabajos más intelectuales.
La mujer de hoy en día está más capacitada para trabajos más inteligentes, por lo que está en nosotras el evolucionar más ante esta sociedad. Somos capaces de llevar a cabo las tareas del hogar y combinarlas con un trabajo fuera de casa. Los hombres también podrían ayudar a su pareja en las tareas del hogar, porque en ningún momento se dijo que eso era tarea para mujeres.
Desde mi punto de vista la mujer ha evolucionado mucho y hoy en día hay mujeres científicas, políticas y con altos cargos importantes, por lo que si seguimos progresando podremos llegar a ser más notables en la sociedad y tener más importancia en trabajos de altos mandos.
Natalia Marrufo Dorado 2º Bachillerato B
Estamos ante un artículo de opinión publicado en El País por Elvira Lindo en el que defiende textualmente que “los cerebros masculino y femenino son diferentes por naturaleza” y expone sus ideas sobre los avances científicos y cómo aplicamos a ellos nuestras ideas en relación con el debate entre machistas y feministas. Históricamente a las mujeres se les ha atribuido menor inteligencia debido al menor tamaño de su cerebro. Se ha demostrado que no, lo que ocurre es que en la mujer se concentra en un cerebro más pequeño y las conexiones cerebrales están repartidas de diferente forma. No hay cerebro unisex. El cerebro femenino es más apto para la captación de matices emocionales, en la mujer se dan más cambios a lo largo de la vida, y en la etapa fértil los cambios están en función del ciclo menstrual. Las mujeres tienen mayor comunicación emocional que los hombres, también es diferente la reacción ante el conflicto y el estrés de las relaciones y han evolucionado hasta llorar con mucha más facilidad. Los hombres piensan en algo relacionado con el sexo una vez cada minuto de media, mientras que las mujeres piensan en ello cada pocos días. Actualmente se saben muchas cosas porque disponemos de nuevas tecnologías que permite a los científicos tomar imágenes de nuestros cerebros vivos y en pleno funcionamiento. No es que seamos incompatibles, pero parece estar claro que los hombres y las mujeres no sólo disfrutamos con cosas diferentes, además no pensamos de igual manera. Hombres y mujeres son diferentes por naturaleza, pero no por ello somos mejores ni peores: simplemente diferentes y así es como debemos aceptarnos.
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