Quizá
en el ombligo o puede que en los labios. ¿Dónde queda mejor un 'piercing'? Más
allá de la localización de este adorno corporal, aseguran los expertos, deberían
considerarse cuáles son los riesgos que este procedimiento conlleva, incluso si
son más graves en determinados sitios del cuerpo. Un estudio recién revela que
en el 20% de los casos se producen complicaciones como infecciones y sangrados
locales.
“Cualquier
paciente se replantearía un procedimiento médico, sin embargo, entre la gente
joven parece que el mensaje no impresiona, es decir, no ven o no quieren ver
los riesgos. Lo deseable sería que los interesados se informasen más sobre las repercusiones.
Las
complicaciones más habituales son: infecciones y sangrados locales, y observan otras que, aunque más raras,
entrañan mayor riesgo como: casos de hepatitis, endocarditis (infección del corazón)
e infección en el cerebro. También se han registrado dermatitis de contacto,
hemorragias, formación de queloides (mala cicatrización) y daños en los
nervios.
Problemas
que pueden aparecer o no dependiendo de los materiales que se usen, de la experiencia de
quien los pone, de la higiene del procedimiento, de los cuidados posteriores y,
sin duda, de las zonas del cuerpo. Los piercings que más complicaciones generan
son "los de la lengua, los labios y los genitales".
Hoy
en nuestro tiempo de ciencia Patricia Caro y Cristina Díaz nos cuentan estos
riesgos
Según
la revisión, los 'piercings' en la boca causan numerosas lesiones como:
inflamación, dolor, dificultades para hablar y masticar, alteración del gusto,
sangrado, aumento de la salivación, infección y reacciones alérgicas al
material. Sobre todo en la lengua, existe un importante riesgo de hemorragia,
ya que este órgano tiene muchos vasos sanguíneos
Con
el tiempo, los adornos de la lengua y los labios también provocan otros daños
como fisuras, abrasiones, pigmentaciones, úlceras, crecimiento exagerado del
tejido cicatricial o pérdida
de encia. A largo plazo, empieza a acumularse en el piercing
placa y sarro, se acumulan bacterias y se inflaman los tejidos de alrededor, lo
que supone una causa de halitosis (mal aliento). Además va a provocar
retracción e incluso daño en el hueso que sujeta al diente. Esto hace que se
pueda perder el diente. También los desgasta, los rompe... Los hace más
sensibles.
El
estudio demuestra que todo esto afecta al 35% de las personas con 'piercing' en
la lengua o en los labios y a veces, el daño es irreversible
Los
especialistas subrayan que la boca es un importante foco de infecciones donde
residen millones de bacterias. Una perforación aumentaría este riesgo e incluso
se propagaría a otras zonas del cuerpo (como en el cerebro). Cabe destacar,
además, que el 'piercing' en la lengua dificulta la intubación endotraqueal en
casos de traumatismo o intervenciones quirúrgicas.
En
cuanto a los 'piercings' genitales, pueden causar obstrucción de la uretra e
infecciones que derivan en infertilidad. Favorecen la transmisión de
determinadas infecciones y enfermedades como hepatitis, sífilis, SIDA... Pueden
producir heridas en la mucosa y esto es una puerta abierta a la contaminación.
Cuando
los 'piercings' se encuentran en el pezón, existe el riesgo de secreción espontánea de leche. En sitios como
"en la oreja se pueden producir desgarros y necrosis del cartílago,
algo que también ocurre a veces en la nariz y dependiendo de la importancia de
la necrosis se generan deformidades que sólo pueden solucionarse con
cirugía".
Si
la zona escogida es el ombligo, puede tardar un año en curarse y es
especialmente propensa a las infecciones ya que se trata de una zona poco
aireada y húmeda, lo que facilita la acción de hongos y bacterias.
Teniendo
en cuenta este mapa de complicaciones, los autores del estudio hacen un
llamamiento a la prevención y la información. En primer lugar, los interesados
deben escoger personas cualificadas para poner 'piercings', que tomen las
medidas higienicas adecuadas y además deben encargarse de advertir previamente sobre
los posibles riesgos generales y particulares de cada zona.
El
problema es que esto no es habitual y solo cuando los pacientes ven los riesgos
es cuando se lo quitan.
En
cualquier caso, y dada la variedad de complicaciones que trascienden de los
'piercings' y dadas las altas probabilidades de efectos secundarios, aunque
sean locales y mínimos, "habría que pensárselo dos veces".
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