El mito. Todo empezó por culpa de una boda y del ”primer concurso de belleza de la historia”… Veréis, a la boda de la diosa del mar Tetis y del héroe griego Peleo habían sido invitados todos los dioses menos Eris, la Discordia, (con ese nombre cualquiera la invitaba, ¿no?) Ésta, enfadada, ideó una peculiar venganza cuyo "imprevisto" desenlace dio lugar a nuestra sangrienta historia. Colocó, en el lugar donde se celebró el banquete de bodas, una manzana de oro con una inscripción que decía, "para la más bella", y tres diosas fueron las finalistas: Hera (protectora del hogar, Afrodita diosa del amor y Atenea, diosa de la sabiduría. Pero, ¿quién sería el jurado?, ninguno de los dioses se atrevía y mucho menos Zeus, que estaba emparentado con las tres: Hera era su mujer y Afrodita y Atenea dos de sus hijas. Así que decidieron elegir a un mortal, un simple hombre, para que decidiese. El “marrón” le cayó al Príncipe Paris, hijo del Rey Príamo de Troya. Las tres diosas no se quedaron paradas esperando el veredicto, sino que se dedicaron a “sobornar” al jurado ofreciéndole diferentes cosas: Hera, poder, Atenea, sabiduría y Afrodita, amor. Paris decidió que la ganadora era Afrodita quien le había prometido el amor de la mujer más bella de Grecia, que no era otra que Helena, pretendida por todos los príncipes griegos y casada con Menelao, rey de Esparta y hermano del famoso Agamenón. Las otras diosas heridas decidieron vengarse… Y así se lió todo, Paris rapta a Helena y se la lleva a Troya. Menelao para limpiar su honor convoca a los reyes y héroes griegos (recordemos a Ulises, Aquiles, Ayax) para luchar contra Troya. Sitian la ciudad durante 9 años, pero no logran penetrar las murallas troyanas. Los dioses están divididos unos a favor y otros en contra de Troya y finalmente, para vencer la resistencia de la ciudad los griegos tienen que recurrir al “truco” del caballo, para ganar la guerra. Al anochecer, los soldados griegos escondidos, mandados por Ulises, salen de la panza del caballo y abren las puertas de la ciudad, para que entre el grueso del ejército griego y ese es el fin de Troya.
Ésta es la leyenda, pero ¿qué sabemos de la Troya real?. La antigua ciudad de Troya o Ilión en griego estaba situada en la actual Turquía en la colina de Hirsalik en el Helesponto, junto al estrecho de los Dardanelos y entre los ríos Escamandro y Simois; ocupando una posición estratégica en el acceso al Mar Negro. Pero, cuando los arqueólogos excavaron sus ruinas, no encontraron una única ciudad de Troya sino diez superpuestas una encima de otra, son los diez momentos de gloria de la ciudad cuya historia se extiende a lo largo de varios milenios, hasta que fue definitivamente abandonada.
Los restos más antiguos, Troya I y II corresponden al tercer milenio a.C. y a este último es al que pertenece el llamado “tesoro de Príamo” que Sliechman atribuyó a la Troya Homérica. Después se percibe cierta decadencia con la llegada de pueblos indoeuropeos en las Toyas III, IV y V. Recobra su importancia a mediados del segundo milenio, en la época del Imperio Hitita, en Troya VI que va a ser destruida por un terremoto.
La Troya de Homero parece ser la número VII que parece haber sido destruida hacia el 1.200 por un incendio; ya que entre los vestigios hallados en este estrato figuran restos de esqueletos, armas, depósitos de guijarros (que podrían tratarse de municiones para disparar con honda) y la significativa tumba de una niña, cubierta con una serie de vasijas de provisiones, indicio de un enterramiento urgente a causa de un asedio. Estos incendios parecen estar relacionados con la llegada de nuevos pueblos procedentes de los Balcanes. A partir de ahí Troya va a estar habitada por pueblos griegos, luego por los romanos continuando hasta la etapa del Imperio Bizantino para terminar siendo abandonada en el S. XIV. En el yacimiento, si lo visitáis, se pueden ver las Murallas de la Ciudad, el Templo, el Teatro y los cimientos de muchas casas. El antiguo Puerto de Alexandria Troas que fue construido en el siglo III a.C. Y también os recordarán que por aquí pasó dos veces San Pablo, en su camino de peregrinación hacia Assos. Pero si queréis ver sus tesoros tendréis que ir al Museo Pushkin en Moscú, (a donde fueron llevados tras la I Guerra Mundial) o ver una copia en Berlín o acercaros a Pensilvania en EE. UU., donde hace poco acaban de descubrir que unas joyas compradas por el museo en la década del 60 podrían ser también troyanas y de la misma época del Tesoro de Príamo.
Elena Toribio.
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