Soneto XXIX
Pasando el mar Leandro el animoso,
en amoroso fuego todo ardiendo,
esforzó el viento, y fuese embraveciendo
el agua con un ímpetu furioso.
Vencido del trabajo presuroso,
contrastar a las ondas no pudiendo,
y más del bien que allí perdía muriendo,
que de su propia vida congojoso,
como pudo esforzó su voz cansada,
y a las ondas habló de esta manera
(más nunca fue su voz dellas oídas):
Ondas, pues no se escusa que yo muera,
dejadme allá llegar, y a la tornada
vuestro furor esecutá en mi vida.
(Garcilaso de la Vega)
Siguiendo con Garcilaso de la Vega y con los mitos grecolatinos, hemos dedicado la sección
radiofónica de hoy a la famosa historia de Hero y Leandro narrada por el poeta
latino Ovidio (43 a.C. -18 d.C.) en sus Heroidas, una obra epistolar que
recogía cartas de amor de algunas de las mujeres más famosas de la mitología girega como Penélope, Filis, Briseida, Fedra, Enone, Hipsipila, Dido, Hermión,
Deyanira o Ariadna.
Hero era una sacerdotisa de la diosa Afrodita (Venus para los romanos)
que vivía en una torre de Sestos, una ciudad costera del Quersoneso Tracio, bañada
por las aguas del estrecho de los Dardanelos, conocido en la antigüedad con el
nombre de Helesponto. Al otro lado de
este estrecho, en la ciudad de Abidos,
vivía su amado Leandro. La distancia entre las dos ciudades no fue nunca un obstáculo para su amor, pero sí la oposición de los padres de ambos jóvenes que nunca consintieron esta relación.
Por tal motivo, los jóvenes decidieron verse a escondidas todas las noches, y así Hero encendía una luz desde la torre en la que vivía y Leandro cruzaba a nado el Helesponto teniendo como referencia la luz que le marcaba el camino. Pero, una infausta noche, un fuerte temporal apagó la luz de la torre de Hero, y Leandro perdiendo esta guía murió ahogado. Tras su muerte, Hero no pudo soportar la ausencia de su amado y acabó tirándose desde su torreón.
Este infeliz relato fue fuente de inspiración para muchos artistas posteriores. En el caso de la literatura española, destaca su cultivo en los Siglos de Oro: el Romancero, el dramaturgo Mira de Amescua y los poetas Juan de Boscán, Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo son un ejemplo del éxito de estos amores en esta época.
El tratamiento de esta historia no pensemos que fue siempre serio o elevado, sino que hubo autores que la parodiaron. Un ejemplo de ello, lo encontramos en el Romance burlesco "Hero y Leandro en paños menores" de Francisco de Quevedo que dice así:
Una curiosidad: en 1810 el poeta romántico Lord Byron quiso homenajear a estos desgraciados amantes y cruzó a nado el estrecho de los Dardanelos.
En fin, nos despedimos hasta después de Semana Santa con la versión de Fernando de Herrera y deseando -como siempre- que esta sección de carácter divulgativo que nos acerca al mundo clásico haya sido de vuestro interés.
"La última mirada de Hero"
de Frederic Leighton
|
Leandro cruzando el tempestuoso Helesponto. Grabado del francés Bernard Picart (1673-1733) |
Este infeliz relato fue fuente de inspiración para muchos artistas posteriores. En el caso de la literatura española, destaca su cultivo en los Siglos de Oro: el Romancero, el dramaturgo Mira de Amescua y los poetas Juan de Boscán, Garcilaso de la Vega, Fernando de Herrera, Luis de Góngora o Francisco de Quevedo son un ejemplo del éxito de estos amores en esta época.
El tratamiento de esta historia no pensemos que fue siempre serio o elevado, sino que hubo autores que la parodiaron. Un ejemplo de ello, lo encontramos en el Romance burlesco "Hero y Leandro en paños menores" de Francisco de Quevedo que dice así:
Señor don Leandro,
vaya en hora mala;
que no puede en buena
quien tan mal se trata.
¿Qué imagina cuando
de bajel se zarpa,
hecho por la Hero
aprendiz de rana?
¿Pescado se vuelve
el hijo de cabra,
para quien mondongo
quiere más que escamas?
Ya no hará en sorberse
el mar mucha hazaña
un amante huevo
pasado por agua. (....)
Una curiosidad: en 1810 el poeta romántico Lord Byron quiso homenajear a estos desgraciados amantes y cruzó a nado el estrecho de los Dardanelos.
En fin, nos despedimos hasta después de Semana Santa con la versión de Fernando de Herrera y deseando -como siempre- que esta sección de carácter divulgativo que nos acerca al mundo clásico haya sido de vuestro interés.
Cuando
el osado Leandro,
olvidado
de temor,
iba por
el mar estrecho
a gozar
su dulce amor;
cansado
y puesto en peligro
del mar
lleno de furor,
ya que
las hinchadas aguas
causaban
su perdición:
a las
ondas que lo siguen
dixo assí
el triste amador
(como
si jamás las ondas
le muevan
a compasión)
“perdonadme
mientras llego,
a do dexe´l coraçon,
Y mostrad
en mí a la vuelta
Vuestro
ímpetu y furor”
Agradecemos a los alumnos de 2º de ESO E que han colaborado hoy en esta sección.
Bibliografía:
Blecua, José Manuel: Francisco de Quevedo. Poesía original completa. Edición. introducción y notas, Editorial Planeta, Clásicos Universales, 1981 (pág, 1056)
Gallego Morell, Antonio: Garcilaso de la Vega. Obras completas. Edición, introducción y notas, Editorial Planeta, Clásicos Universales, 1983 (pág.18)
Ruestes, María Teresa: Fernando de Herrera. Poesía. Edición, introducción y notas, Editorial Planeta, Clásicos Universales, 1986 (pág.226)
VVAA: Diccionario literario Bompiani, Editorial Hora S.A., 1992 (vol. V)
http://es.wikipedia.org/wiki/Hero_y_Leandro
Para ampliar recomendamos la siguiente fuente:
http://interclassica.um.es/investigacion/monografias/el_tema_de_hero_y_leandro_en_la_literatura_espanola/(ver)/1
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