No hay congreso de editores ni feria de tecnología en donde no se anuncie, desde hace unos años, la muerte del libro, ese vejestorio, en su forma tradicional, y su sustitución por artilugios de nueva generación. Durante los congresos profesionales, los editores hemos tenido que escuchar numerosas conferencias en las que, so pretexto de darnos información acerca de las tecnologías más avanzadas, sucesivos directores comerciales de ésta o aquella empresa (llámense Microsoft, Sony o lo que sea) nos vendían, con una elocuente perorata en tono de predicador, el Séptimo o Noveno Advenimiento, dicho de otro modo, el triunfo definitivo del así llamado “libro” electrónico. Un invento que, por cierto, a estas alturas ya ha vivido varios avatares, todos ellos definitivos, aunque a la postre acabe resultando que no lo son tanto.
La historia que nos contaban viene a ser siempre más o menos la misma, y dice que los avances en la digitalización por un lado y en la imitación de la claridad de lectura por otro, ya han alcanzado su cenit, y que por lo tanto la desaparición del libro convencional es cuestión de días. Los pacientes editores terminamos, tras escuchar tan buenas nuevas, echándonos las manos a la cabeza y llorando por nuestro oficio en su forma conocida (libresca, pero de papel), pues los profetas de la tecnología seguramente llevan razón, y nos quedan apenas unos días de dolorosa agonía. Somos tan anticuados como los objetos que producimos, como los lugares donde se venden esos objetos.
[...] Por el momento, son muy escasos los lectores dispuestos a renunciar a ciertas cosas que han acompañado durante años a la lectura, elementos tales como la claridad y la fijeza sin vibraciones de las letras impresas sobre el blanco de la página, la sensualidad del tacto del papel, o incluso el olor a tinta, por no hablar de las cómodas encuadernaciones que permiten que actualmente sólo se caigan los pliegos de los libros fabricados con tacañería. Se diría, por ahora, que el libro goza de buena salud a pesar de las amenazas. Pero, ¿por cuánto tiempo? [...]
Hay libros malos, libros tontos, libros idiotas y libros perversos. Hay libros buenos, libros inteligentes, libros divertidos. Es la pluralidad del pensamiento, y la pluralidad de los libros, lo que mantiene en pie la civilización. Todo atentado contra esa diversidad es, por tanto, deplorable, incluso cuando se realiza bajo la sobrepelliz del progreso tecnológico y la supuesta democratización del saber.
ENRIQUE MURILLO, El País. (PAU de Castilla y León, junio de 2009, opción A).
Se acerca el Día del Libro y por tal motivo nos pareció interesante proponer a los alumnos de 2º de BTO este precioso artículo del editor, periodista, traductor y escritor Enrique Murillo a favor del libro de papel frente al libro electrónico. Se ofrece en el presente artículo la solución a la PAU en lo que corresponde al Resumen, Tema y Estructura. Como siempre deseamos que los alumnos se animen a dar su opinión para trabajar así el comentario crítico.
RESUMEN. La presión ejercida hacia el mundo editorial por parte de las grandes empresas del sector de la informática y de la comunicación, con el objeto de imponer progresivamente el libro electrónico en detrimento del libro tradicional como si el primero fuera la única opción viable en este mundo digitalizado, desata una defensa acalorada a favor del libro de toda la vida, considerado ya por algunos como obsoleto y sin futuro.
TEMA. Defensa del libro tradicional frente al avance del libro electrónico.
ESTRUCTURA. El texto comienza con una pequeña introducción en donde el articulista plantea el punto de partida, en este caso el problema, que le conduce a una profunda reflexión, que nos es otra que la posible muerte del libro tradicional ante el avance imparable de la tecnología, y de modo especial del libro electrónico (No hay congreso de …nueva generación). Expuesto el problema que se le plantea actualmente a los editores, se inicia una disertación en la que el autor analiza el estado actual de la cuestión, expone su punto de vista a favor del libro tradicional y refuta, con alguna que otra somera concesión, la postura de aquellos que defienden la muerte de libro de toda la vida en favor del libro electrónico. Se inicia así, lo que denominaríamos el cuerpo argumentativo –que en este caso constituye prácticamente el grueso del artículo- en donde se confrontan los argumentos a favor y en contra del libro electrónico. A favor, se posicionan las grandes empresas informáticas y los que el articulista denomina irónicamente “profetas de la tecnología” o “predicadores” que vaticinan el “Séptimo o Noveno Avenimiento” como si el libro electrónico fuera la panacea y su imposición fuera inexorable en esta era digital. En contra, obviamente, se posiciona Enrique Murillo, quien sin abandonar la ironía arremete contra los primeros, exponiendo argumentos de hecho o probados y argumentos que apelan a los sentimientos y también a los sentidos a favor del libro de papel: 1) la claridad, 2) a fijeza sin vibraciones de las letras sobre el papel, 3) la sensualidad del tacto, 4) el olor a tinta, 5) las cómodas encuadernaciones de los libros actuales o 6) la escasez de lectores decididos a abandonar el libro tradicional por el libro electrónico que confirma que el libro todavía está vivo.
Después de esta magnífica argumentación, que conduce muy bien al lector hacia la tesis final, se permite una pequeña concesión con respecto a la postura contraria, y señala que posiblemente el libro electrónico sea inevitablemente el futuro y que al libro de papel le quede una lenta y triste muerte que no sabemos cuánto tiempo va a durar (“Somos tan anticuados como los objetos que producimos, como los lugares donde se venden esos objetos”). Y ya al final del texto, se manifiesta la tesis de manera inductiva, como consecuencia de los argumentos, pruebas o inferencias aportadas para su refutación: no se puede imponer el libro electrónico como única opción en un futuro inmediato, anulando al libro de toda la vida, porque es igual que imponer un pensamiento único y negar la diversidad ideológica y cultural que hace posible nuestra civilización (Todo atentado contra esa diversidad es, por tanto, deplorable, incluso cuando se realiza bajo la sobrepelliz del progreso tecnológico y la supuesta democratización del saber). Esta tesis se intensifica con una enumeración acumulativa, cuya finalidad es demostrar esa idea de pluralidad y riqueza que aportan los libros de siempre frente a la homogeneidad del libro electrónico y la supuesta democratización del saber que este último aportaría: “Hay libros malos, libros tontos, libros idiotas y libros perversos. Hay libros buenos, libros inteligentes, libros divertidos”.
NOTA. La imagen de Enrique Murillo procede de la siguiente página: http://blog.udllibros.com/?p=31333
La otra imagen, la de Jorge Luis Borges, es quizás una de las que más me gustan del escritor argentino, rodeado de libros como si estuviera en su Biblioteca de Babel.
4 comentarios:
El texto de Enrique Murillo nos habla sobre la sustitución del libro impreso por el libro electrónico. El autor no critica el libro electrónico pero si nos muestra un claro favoritismo hacia el libro de mano. También podemos observar que por ahora los lectores no renuncian a las ventajas del libro impreso tales como, la claridad de la lectura, su comodidad de manejo…
Por un lado los libros de manoson más rentable ya que no necesitas el uso de electricidad y a la vez también es más beneficioso ya al no utilizar electricidad puedes leerlo en cualquier momento. Este tipo de libros también tiene la ventaja de que todo el mundo que sepa leer pueda utilizarlo, sin embargo quien no sepa utilizar los libros electrónicos, ya sea porque no entienda las nuevas tecnologías o por otros motivos, no puede leer los libros. Por ultimo decir que con este tipo de libros se mantienen las costumbres antiguas, ya que mucha gente no acepta las nuevas tecnologías.
Por otro lado el uso del libro electrónico, de alguna manera ayuda al medio ambiente, porque no se talan tantos árboles para las hojas de los libros tradicionales. También es más cómodo ya que almacena más de un libro en el mismo lugar y no tienes necesidad de ir a la librería a comprar los libros, por lo que es un ahorro de tiempo. Y por último estos libros también pueden ofrecernos otro tipo de actividades como juegos, cámara de foto, internet, reproductor de música, entre otros.
En conclusión, debería de mantenerse el libro impreso ya que es una costumbre histórica, todo el mundo sabe utilizarlo y son más rentables a la hora del uso de electricidad. Pero el libro electrónico ayuda al medio ambiente, ya que gracias a él no se talan tantos árboles, también es más cómodo de llevar y nos ofrece más actividades.
Natalia Marrufo Dorado 2º Bachillerato B
Cómo bien vemos en el artículo de Enrique Murillo, la “muerte del libro” está siendo constantemente anunciada en los congresos de editores y ferias de tecnología, sin embargo, esta muerte todavía no ha ocurrido, pues la mayoría de los lectores no han renunciado aún a las prestaciones o beneficios del libro de papel.
Por un lado, tenemos el libro electrónico que presenta muchas ventajas, y probablemente una de las más destacadas sea el espacio, es decir, el uso del libro electrónico puede ahorrar mucho espacio a las personas que tengan muchos , y no sólo eso, en lugar de llevarte uno a cualquier lado, puedes llevártelos todos. Pero no todo son ventajas, ya que el uso del libro electrónico conlleva un gasto de luz y la necesidad de ésta para leer en cualquier lado; y además tampoco podemos olvidar que el uso prolongado del ordenador (en este caso para leer un libro) puede afectar a nuestra vista.
Por otro lado, tenemos el libro de papel al cual poca gente ha renunciado por las razones que ya nos cita Enrique Murillo en su artículo ( claridad, fijeza sin vibraciones…); y que además, como muy bien dice el autor, el libro representa la pluralidad del pensamiento, siendo cualquier atentado contra éste, aun en nombre del avance tecnológico, totalmente lamentable.
En resumen, ambos libros presentan ciertas ventajas y desventajas pero no podemos olvidar que lo “nuevo” no significa que sea mejor, luego el avance tecnológico no siempre representa la mejora.
En el texto Virtudes de un Vejestorio, publicado por el periódico El País, Enrique Murillo nos habla de la defensa del libro tradicional frente al libro electrónico y en este sentido nos plantea los pros y los contra de cada uno de ellos, aunque obviamente hay una defensa clara del libro de toda la vida. El libro electrónico, desde luego, tiene muchas ventajas: se puede descargar a través de internet de manera rápida, económicamente es muy asequible, permite el almacenamiento de varios libros, de tal manera que ahorramos espacio y si nos lo queremos llevar de viaje no pesa nada o podemos adaptar el tamaño de la fuente a nuestras necesidades. Sin embargo, podemos encontrar algunas desventajas en el libro electrónico como sería el desgaste visual, el consumo de energía (pues hay que recargarlo como un ordenador), y sobre todo la falta de encanto para los que somos lectores.
Yo pienso que el libro de papel es mejor en todos los aspectos ya que lo puedes llevar más fácilmente contigo y lo puedes leer a cualquier hora y en cualquier lugar. Además de esto hay mucha gente que piensa que no es lo mismo leer en el libro electrónico que en de papel ya que como se dice en el texto el libro de papel les proporciona más claridad, sensualidad al tacto, y el olor a libro despierta los sentido de los que aman la lectura. Otra ventaja del libro de papel sobre el libro electrónico es que para los que estamos horas y horas trabajando o estudiando delante de un ordenador, rechazamos el libro electrónico es agotador, mientras que el libro de papel supone un descanso visual y también psicológico: el placer de acostarse o de sentarse con un libro no tiene precio. Y un argumento más a favor del libro de papel sobre el libro electrónico: ¿qué pasa con las personas mayores? Para ellas, desde luego es mucho más cómodo el libro tradicional, pues no están acostumbradas a las nuevas tecnologías. En conclusión aunque la tecnología siga avanzado y cada vez estén las cosas más modernizadas el libro tradicional jamás debería de desaparecer
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