Si en nuestro último programa hablábamos de la mítica ciudad de Troya, hoy volvemos a Cádiz del que ya hablamos en nuestro primer programa. Vamos a hablar de esta maravillosa ciudad que tiene el record de ser la más antigua de occidente, pero que, a diferencia de Troya, aún está viva y “coleando”. Una ciudad con 3.000 años de historia que nos permite disfruta de su sol y aún nos hace reír y vibrar con su carnaval y sus chirigotas, vamos a hablar de la perla de Occidente, de la mítica … Gadir, Gades o Cádiz
Desde la antigüedad, la tradición afirmaba que Gadir
había sido fundada “ochenta años después
de la caída de Troya”, es decir, hacia el año 1.104 a. C., y aunque esta fecha
parecía demasiado lejana, recientes descubrimientos de algunas estructuras urbanas, nos sitúan ya en
pleno en el S. IX a C., tal vez después de todo, los arqueólogos deban darle la
razón al historiador romano Veleyo
Patérculo.
Pero es el geógrafo griego Estrabón quien, basándose en otro relato más antiguo
de Posidonio, nos habla de cómo los fenicios
procedentes de Tiro, siguiendo las indicaciones de un oráculo fundaron
la ciudad de Gadir. Según este relato, el oráculo mandó a los tirios fundar una
ciudad más allá de las columnas de Hércules o Heracles. Tras dos intentos fallidos uno al este y otro
al oeste del Estrecho de Gibraltar, en los que los sacrificios ofrecidos a los
dioses no resultaron favorables, la tercera intentona se saldó con éxito. La
nueva colonia recibió el nombre de la muralla que la rodeó, pues gadir era el nombre que los fenicios
daban a un “recinto cerrado.
El
emplazamiento de la ciudad seguía el patrón de los asentamientos fenicios, se
buscaban lugares fácilmente defendibles: islas cercanas a la costa (como la
propia Tiro), penínsulas y promontorios (como Cartago) y lugares elevados en el
interior (como Asido=Medina Sidonia), todos ellos próximos a ríos navegables
por los que penetrar hacia el interior. En el caso de Gadir, la ciudad presentaba
una geografía particular. En realidad, se trataba de un archipiélago formado
por tres islas: las Gadeirai, las
“gaditanas”. Las dos más occidentales (Eritheia y Khotinoussa) estaban unidas
por un tómbolo, un barrera arenosa formada por los sedimentos del río Guadalete.
La tercera, al este, era la de Antípolis. El largo tómbolo arenoso permitía a
los barcos fondear en cualquiera de sus lados y
defenderse de los vientos dominantes de levante o poniente, lo que
convertía a Gadir en un puerto privilegiado y situado en una posición
estratégica inmejorable, en el punto de unión de la Europa atlántica, el
próximo oriente y África.
Los
tirios sabían esto, de hecho lo iban buscando, habían llegado a aquel remoto
lugar de Occidente en busca de metales, de plata, sobre todo, pero también de
oro y estaño. Y en el bajo Guadalquivir contaban con un proveedor excepcional
de plata: el mundo tartésico. Según
los relatos antiguos Tartessos
era tan rico que “los primeros fenicios
obtuvieron a cambio de aceite y pacotilla una cantidad de plata tal, que como
no cabía en sus barcos se vieron obligados a hacer de plata todos los
utensilios del barco, incluso las anclas…”. Aunque esto es un poco
exagerado, lo cierto es que el comercio de metales fue muy importante, pero además, la economía de la ciudad también se
sustentaba en la pesca del atún y en la exportación de productos agrícolas y de
salsas como el famoso garon, el garum de los romanos.
Pero
Gades también era famosa por sus
bailarinas (las puellae gaditanas) y
por los valientes marinos que desde la ciudad exploraron el Atlántico hasta el
Mar del Norte y el Golfo de Guinea, incluso
se ha llegado a pensar que pudieron circunnavegar África y que pudieron
alcanzar las costas de Brasil…
Estos
aguerridos marinos vivían en una ciudad de la que sabemos poco sobre su aspecto,
aparte de la presencia de los templos de la diosa Astarté y de Melkart.
Melkart, patrono de marinos y comerciantes, era el principal dios de Tiro y de
Gadir, al que los fenicios rendían especial culto y en cuyo templo encontramos
numerosos exvotos formados por figurillas de bronce. Más tarde este dios se
fundió con el griego Heracles para terminar convirtiéndose en el Hércules tan
presente en el estrecho de Gibraltar. El
santuario contaba con un famoso oráculo y allí se cerraban tratos y acuerdos
comerciales. Gadir contaría también con murallas, torres y puertas monumentales,
de las que no conocemos apenas casi nada.
Lo
poco que sabemos de la vida cotidiana de los fenicios gaditanos lo conocemos a
partir de los ajuares de la necrópolis, la ciudad de los muertos. Aunque sean especialmente famosos los sepulcros antropomorfos de Cádiz, otras
tumbas nos han proporcionado más información. En sus ajuares incluían desde cerámicas domésticas hasta objetos de
lujo; entre estos últimos se encontraban joyas, pendientes, anillos, cuentas de
collar y piezas de origen egipcio como los alabastros para ungüentos y perfumes,
y los escarabeos (piezas en forma de escarabajo, animal sagrado para los
egipcios). En relación con esto, el
pasado mes de diciembre se dio a conocer la noticia del descubrimiento cerca de Puertatierra de 12 nuevas tumbas de
época púnica, junto a otras de época romana, bajo el solar de la Subdelegación
del Gobierno de Cádiz. En ellas se han encontrado decenas de objetos
egipcios, lo que prueba los habituales vínculos
comerciales de Gadir con Egipto.
Y
hablando de Egipto y con esto termino, aprovecho para recordaros que ya está
expuesta en la biblioteca la vitrina con las nuevas “piezas del trimestre” y
que pronto sacaremos las preguntas del concurso, os animo a visitarla y a
concursar.
FUENTES:
Elena Toribio
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