lunes, 25 de febrero de 2013

El Cádiz fenicio: la primera ciudad de Occidente.



Si en nuestro último programa hablábamos de la mítica ciudad de Troya, hoy volvemos  a Cádiz del que ya hablamos en nuestro primer programa. Vamos a hablar de esta maravillosa ciudad que tiene el record de ser la más antigua de occidente, pero que, a diferencia de Troya,  aún está viva y “coleando”.  Una ciudad con 3.000 años de historia que nos permite disfruta de su sol  y aún nos hace reír y vibrar con su carnaval y sus chirigotas, vamos a hablar de la perla de Occidente, de la mítica … Gadir, Gades  o Cádiz

Desde la antigüedad, la tradición afirmaba que Gadir había sido fundada  “ochenta años después de la caída de Troya”, es decir, hacia el año 1.104 a. C., y aunque esta fecha parecía demasiado lejana, recientes descubrimientos de  algunas estructuras urbanas, nos sitúan ya en pleno en el S. IX a C., tal vez después de todo, los arqueólogos deban darle la razón al historiador romano Veleyo  Patérculo.

Pero es el geógrafo griego Estrabón  quien, basándose en otro relato más antiguo de Posidonio, nos habla de cómo los fenicios  procedentes de Tiro, siguiendo las indicaciones de un oráculo fundaron la ciudad de Gadir. Según este relato, el oráculo mandó a los tirios fundar una ciudad más allá de las columnas de Hércules o Heracles.  Tras dos intentos fallidos uno al este y otro al oeste del Estrecho de Gibraltar, en los que los sacrificios ofrecidos a los dioses no resultaron favorables, la tercera intentona se saldó con éxito. La nueva colonia recibió el nombre de la muralla que la rodeó, pues gadir era el nombre que los fenicios daban a un “recinto cerrado.

El emplazamiento de la ciudad seguía el patrón de los asentamientos fenicios, se buscaban lugares fácilmente defendibles: islas cercanas a la costa (como la propia Tiro), penínsulas y promontorios (como Cartago) y lugares elevados en el interior (como Asido=Medina Sidonia), todos ellos próximos a ríos navegables por los que penetrar hacia el interior. En el caso de Gadir, la ciudad presentaba una geografía particular. En realidad, se trataba de un archipiélago formado por tres islas: las Gadeirai, las “gaditanas”. Las dos más occidentales (Eritheia y Khotinoussa) estaban unidas por un tómbolo, un barrera arenosa formada por los sedimentos del río Guadalete. La tercera, al este, era la de Antípolis. El largo tómbolo arenoso permitía a los barcos fondear en cualquiera de sus lados y  defenderse de los vientos dominantes de levante o poniente, lo que convertía a Gadir en un puerto privilegiado y situado en una posición estratégica inmejorable, en el punto de unión de la Europa atlántica, el próximo oriente y  África.

Los tirios sabían esto, de hecho lo iban buscando, habían llegado a aquel remoto lugar de Occidente en busca de metales, de plata, sobre todo, pero también de oro y estaño. Y en el bajo Guadalquivir contaban con un proveedor excepcional de plata: el mundo tartésico. Según los relatos antiguos  Tartessos era tan rico que “los primeros fenicios obtuvieron a cambio de aceite y pacotilla una cantidad de plata tal, que como no cabía en sus barcos se vieron obligados a hacer de plata todos los utensilios del barco, incluso las anclas…”. Aunque esto es un poco exagerado, lo cierto es que el comercio de metales fue muy importante, pero además,  la economía de la ciudad también se sustentaba en la pesca del atún y en la exportación de productos agrícolas y de salsas como el famoso garon, el garum de los romanos.

Pero Gades  también era famosa por sus bailarinas (las puellae gaditanas) y por los valientes marinos que desde la ciudad exploraron el Atlántico hasta el Mar del Norte y el Golfo de Guinea, incluso  se ha llegado a pensar que pudieron circunnavegar África y que pudieron alcanzar las costas de  Brasil…

Estos aguerridos marinos vivían en una ciudad de la que sabemos poco sobre su aspecto, aparte de la presencia de los templos de la diosa Astarté y de Melkart. Melkart, patrono de marinos y comerciantes, era el principal dios de Tiro y de Gadir, al que los fenicios rendían especial culto y en cuyo templo encontramos numerosos exvotos formados por figurillas de bronce. Más tarde este dios se fundió con el griego Heracles para terminar convirtiéndose en el Hércules tan presente en el estrecho de Gibraltar.  El santuario contaba con un famoso oráculo y allí se cerraban tratos y acuerdos comerciales. Gadir contaría también con murallas, torres y puertas monumentales, de las que no conocemos apenas casi nada.

Lo poco que sabemos de la vida cotidiana de los fenicios gaditanos lo conocemos a partir de los ajuares de la necrópolis, la ciudad de los muertos. Aunque  sean especialmente famosos  los sepulcros antropomorfos de Cádiz, otras tumbas nos han proporcionado más información. En sus  ajuares  incluían  desde cerámicas domésticas hasta objetos de lujo; entre estos últimos se encontraban joyas, pendientes, anillos, cuentas de collar y piezas de origen egipcio como los alabastros para ungüentos y perfumes, y los escarabeos (piezas en forma de escarabajo, animal sagrado para los egipcios).  En relación con esto, el pasado mes de diciembre se dio a conocer la noticia  del descubrimiento  cerca de Puertatierra de 12 nuevas tumbas de época púnica, junto a otras de época romana, bajo el solar de la Subdelegación del Gobierno de  Cádiz.  En ellas se han encontrado decenas de objetos egipcios, lo que prueba los  habituales vínculos comerciales de Gadir con Egipto.

Y hablando de Egipto y con esto termino, aprovecho para recordaros que ya está expuesta en la biblioteca la vitrina con las nuevas “piezas del trimestre” y que pronto sacaremos las preguntas del concurso, os animo a visitarla y a concursar.

FUENTES:



Elena Toribio        

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