David
Bowie, la legendaria estrella del rock, icono estético y artístico de la
segunda mitad del siglo XX, ha fallecido a los 69 años, víctima del cáncer. Así
se anunciaba, hacia las 7.30 de la mañana de ayer, en los perfiles oficiales del
artista en Facebook y Twitter.
Un
astronauta muerto protagoniza el arranque del vídeo
de Blackstar,
la
canción que da título a su último disco, publicado el pasado viernes,
coincidiendo con su 69 cumpleaños. No hay fotos del artista en la portada de un
disco que no ha sido póstumo por dos días. Solo una estrella negra, que ahora
se revela como el adiós del hombre que cantó a las arañas de Marte.
“Siempre
hizo lo que quiso”, ha escrito en Facebook Tony Visconti, amigo y productor de
míticos discos de Bowie, incluido el último. “Quiso hacerlo a su manera. Su
muerte no ha sido diferente a su vida: una obra de arte. Hizo Blackstar para nosotros,
como su regalo de despedida. He sabido durante un año que así es como iba a
ser”.
La noticia
fue confirmada a primera hora de la mañana, también en las redes sociales,
por su hijo, el director de
cine Duncan Jones, de 44 años. “Lamento mucho y me entristece decir que es
verdad”, ha escrito. El representante del artista ha confirmado también la
noticia, según citan diversos medios británicos. El primer ministro británico,
David Cameron, también ha lamentado la “enorme pérdida” de un “maestro de la
reinvención”. “Crecí escuchando y viendo al genio del pop David Bowie”, ha
escrito en Twitter.
Bowie fue un artista en
permanente revolución. Desafió todas las convenciones en la
música y la moda. Fue más que la voz de una generación. Su imaginación y su
talento marcaron la segunda mitad del siglo XX. "Lo que hago es muy
sencillo, es solo que mis elecciones son muy diferentes de las de otras personas",
dijo en una ocasión.
El shock por la muerte del
artista, cuya enfermedad no había trascendido, ha dado la vuelta al
mundo. Las redes sociales se han teñido de color recordando todas las caras del
artista más camaleónico. Los admiradores han depositado flores y velas ante su
apartamento en la calle Lafayette, en el Soho neoyorquino. También en Brixton,
el barrio del sur de Londres que le vio crecer.
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